Alberto Fernández; 6 meses y una pandemia. Vislumbrando la decepción
A algo más de 6 meses en el ejercicio del poder, el gobierno del Presidente argentino Dr. Alberto Fernández que asumió el 10 de diciembre del año 2019, encontrándose con una economía completamente devastada por un endeudamiento irresponsable, inflación y pobreza, deuda, recesión, desempleo y un insostenible gasto social; tuvo que enfrentar una pandemia mundial, que no estaba en los cálculos de nadie, con un sistema sanitario financieramente devastado por el anterior gobierno; y decretar un Aislamiento social, preventivo y obligatorio el 20 de marzo del 2020. Son a la fecha 204 dias de gobierno y 104 días de una “cuarentena” que no promete su finalización y se renueva por etapas.
En la actualidad, después de lidiar todo este tiempo con los descrito, la ciudadanía siente que la conducción del Estado comienza a mostrar síntomas de agotamiento mental e imaginativo frente a la rudeza de la realidad. Todo esto, se expresa en ciertas actitudes que repercuten especialmente en el núcleo duro de su electorado, que comienza a preguntarse si ésto es lo que votó.
Haciendo memoria, Alberto Fernández era un político de segunda línea, con experiencia como cuadro técnico-político, muy conocido por la ciudadanía por haber sido Jefe de Gabinete de Ministros durante la Presidencia del Néstor Carlos Kirchner. Sus características y su historia político – personal, no lo hacían alguién que pueda cobijar grandes esperanzas presidenciales. A pesar de esto, fue el conejo que Cristina Fernández de kirchner terminó sacando de la galera cuando se encontró con el dilema de que tenía grandes posibilidades de ganar unas elecciones por tercera vez, merced a la desastroza gestión del anterior gobierno, y sin embargo no se veía con grandes posibilidades de sostenerse en el poder a causa del peso de sus enemigos políticos que la acecharían desde los ámbitos económicos e institucionales del país.
Cómo aquel que asistió invitado a una boda y lo terminaron casando, tuvo que prepararse para su nuevo rol, y no lo hizo mal. Logró pergueñar una importante alianza con Sergio Massa, líder de aquéllos -vaya a saber porque-, quieren decirse peronistas, pero no pueden ver o tocar a un pobre o a un obrero ni de “lejitos”. Si embargo, su utilidad radicada en que contaba con el beneplácito de le Embajada de los Estados Unidos de América; otro de los grandes enemigos de la ex-Presidenta.
A pesar del desconcierto de quiénes pretendían votar por Cristina Fernandez de Kirchner, a Alberto Fernández comenzó a mostrar un discurso y unas actitudes que no solo conformaron al electorado de la exPresidenta, sino que también fue capaz de atraer una porción importante de nuevos votos, de tal manera que logró encumbrarse como Presidente de los Argentinos.
Hoy, a más de 6 meses de gobierno, los argentinos comienzan a vislumbrar que el ansia de su Presidente de conformar a todos, comienza a o conformar a nadie.
El Presidente Fernández comenzó su gobierno en medio de la incertidumbre política y social generada por una crisis. tanto social,como económico, productivo y financiero aderezado con un endeudamiento irresponsable y corrupto que generaban una situación capaz de desalentar al más entusiasta de los analistas. Su gobierno desde el inicio concentró todos sus objetivos en lograr un acuerdo con los acreedores del país, tanto con el FMI como con los privados. Si bien a 6 meses muchos lo critican por no haber mostrado un Plan económico coherente y sustentable, esta crítica es maliciosa teniendo e cuenta que es imposible plantear un Plan económico si haber acordado la refinanciación de la deuda con los acreedores. Solo un acuerdo con los acreedores, permitiría generar el piso firme sobre el que pararse para elaborar un Plan a futuro.
A pesar de esto, el descontrol de las variables económicas cómo de los índices sociales, es ta acuciante que han hecho imprescindible la elaboración de parches que permitan el sostén económico social hasta el omento del acuerdo y el Plan económico consiguiente.
Y aunque el tan esperado acuerdo es urgente y acuciante, lamentablemente, dudamos que se alcance hasta octubre, en atención al calendario electoral de los Estados Unidos. Para Argentina, es fundamental el apoyo de los Estados Unidos para alcanzar este acuerdo. Mientras no se alcance, el país se encontrará muy dependiente de la voluntad norteamericana, y para la actual administración de este país, sumida en trance electoral, una Argentina sumisa es un buen negocio. Debemos recordar que Argentina es un país clave en la política regional latinoamericana y sus posicionamientos determinantes en muchos aspectos.
Frente a esta situación, de un gobierno que se ve como quién intenta atajar todas las piezas de cristalería de una estantería que se derrumba, en el plano económico financiero, en el pano institucional y judicial del Estado todo estaba también a punto de derrumbarse, carcomido por la política impuesta por el anterior gobierno de un “low faire” descarado y vergonzoso, en el que se mezclaban alegremente grandes sectores de la justicia, el uso ilícito de los servicios de inteligencia y los actores más encumbrados del periodismo vernáculo llevada adelante, con el fin explícito de destruir todo atisbo de organización y lucha política de los sectores populares, con el objeto de imposibilitarles resistir el plan económico neoliberal en vigencia desde el 2015. Todo esto, terminó generando en la mayor parte de la población, una profunda sensación de desamparo que se manifestaba en el hecho de no poder confiar en la Justicia ni en la seguridad provista por el Estado, ni en los medios de comunicación por los cuales acostumbraba a informarse sobre la realidad. El “law faire” comenzaba a convertirse en “law less”.
Otra de la situaciones que el Presidente Fernández comienza a entender en sus primeras semanas de Gobierno, es que la actividad opositora lejos de recaer sobre los políticos opositores, los que se encontraban totalmente desprestigiados después del descalabro neoliberal del Gobierno anterior, sino que ésta oposición es ejercida por los sectores del poder que más se beneficiaron con la política anterior y hoy no quieren ceder ni un ápice de sus beneficios y se abroquelan en torno al liderazgo de los dueños y CEOs de las empresas locales y transnacionales más importantes del país; amplificada su voz por los grupos mediáticos concentrados, cómplices.
Hoy la realidad a la que accede la mayor parte de los Argentinos, es modelada por ésta gente, qué, no nos equivoquemos, porque “odia” a este Gobierno por el hecho de ser la herramienta que usó el Peronismo Kirchenerista para reivindicarse y volver al poder.
Bien. Aproximadamente a los 3 meses de asumir el nuevo gobierno y en medio del escenario que estuvimos describiendo hasta este momento, aparece en escena, precedida por la siniestra y merecida fama, generada por los estragos que estaba causando en Europa y llegada principalmente de Italia y España, vía Aeropuerto de Ezeiza. la Pandemia del COVID – 19. Luego de un primer momento de desconcierto, que provocó algunos errores, el Gobierno decide imponer una política de prevensión bastante sensata, inspirada en las recomendaciones de la OMS, y anunciada con bombos y platillos con las expresiones graves y adustas de quiénes se toman las cosas muy en serio. Lo que hace que los asustados Argentinos sintieran la reconfortante sensación; después de 4 años de un Gobierno que manejaba todo lo público con irresponsable liviandad; que ante la amenaza en ciernes estaba en buenas manos.
Rápidamente, los índices de aprobación del Gobierno, ascienden hasta casi un 90 %. Muy pocas fueron las figuras opositoras que se atrevieron a cuestionar la sabiduría de las medidas tomadas. Los Argentinos se enfrentan al Aislamiento Social, preventivo y obligatorio con la tranquilidad de quiénes está en “buenas manos”. Peo el diablo metió la cola. Al parecer, el Gobierno que sufre del fetiche de querer “agradar a todo el mundo”, no tuvo el corazón para sincerar que la situación iba para “largas”. La primera “cuarentena” anunciada de 15 días, hoy cumple “felices” 104 días, con la consiguiente caída de la confianza y el ánimo de la población. Hoy sabemos, que la gran apuesta no fue a mantenernos sanos, sino que todo este sacrificio tiene el modesto fin de que el número de hospitalizados no se eleve y no haga colapsar el sistema sanitario. Si bien, el número de infectados asciende día a día de manera alarmante, el número de recuperados también y la tasa de letalidad es bastante más baja de lo previsible, lo que habla de un buen uso de las pobres herramientas sanitarias devastadas después de 4 años de políticas neoliberales que el actual gobierno se encontró del terrible Gobierno del Ing. Mauricio Macri.
Si bien en un primer momento, los sectores económicos y productivos apoyaron las medidas decretadas, ya a partir de los primeros 15 días comenzaron a darse cuenta que la salud de los argentinos era algo muy caro. frente a esto, comenzaron a cambiar su postura y su discurso y con ellos los medios de comunicación.
Trump y Bolsonaro dejaro de ser los “insensatos e irresponsables”, como se los mostraba al principio, para ser hoy estadistas incomprendidos más allá de sus fronteras. En todo este proceso, el gobierno mostró una exagerada e ingenua vocación por el diálogo y la comprensión, poniendo en evidencia cierto horror a las situaciones confrontativas. Si bien, siempre resultó realizar todo lo humanamente posible y sensato en cada uno de los desafíos que en estos meses se plantearon, parece no terminar de comprender que circunstancias y realidades tan extremas como las que este país está viviendo, inevitablemente genera la necesidad de sumergirse en la confrontación con firmeza, concretitud y por supuesto, legalidad.
Esta actitud está terminando por socavar su propia base de sustentación, ya que muchísimos que los hemos apoyado y confiado e ellos, nos sentimos resentidos por la escasa firmeza y las enormes contemplaciones que se tienen frente a los que deben ser encausados en beneficio del interés general. Hoy, encontramos que muchos ciudadanos militantes y comunicadores que hemos apoyado este Gobierno y lo sentimos nuestro, comenzamos a desilusionarnos por cierta falta de firmeza y contemplación excesiva hacia aquellos que si hoy estuvieran en el poder no dudarían de hacernos marchar sobre abrojos.
Este es un gobierno básicamente bien encaminado, y es lamentable ver como una actitud equivocada puede acercarlo a la zozobra.