CHILE: EL OPORTUNISMO RASTRERO Y EL FASCISMO ASECHAN
EL CONTEXTO
El progresismo chileno desde el triunfo y llegada al gobierno del comandante Hugo Chávez que blandió sus espadas contra la Revolución Bolivariana. Fue precisamente el gobierno de Ricardo Lagos que sólo tardó sólo algunas horas en reconocer a las fuerzas golpistas-empresariales de Fedecámara quién pudo deponer en forma momentánea al comandante bolivariano. Como era de esperar, y una vez repuesto el comandante en Miraflores a exigencias del pueblo, Lagos salió presurosamente a desmentir ese “reconocimiento golpista” y señalar que fue una mala decisión del embajador en Caracas. Claro había quedado al descubierto y sus aliados habían fracasado.
Desde los organismos internacionales, Heraldo Muñoz y José Miguel Insulza (ONU y OEA respectivamente) ocuparon sus puestos de confianza de la Casa Blanca en cuestionar la calidad democrática y transparencia electoral, como poniendo en duda constante la separación de poderes. Claro que ellos escondían que Chile no sólo era regido por la constitución de Pinochet, que esta llevaba la firma de Lagos y que los 11 Pilares del Neoliberlismo heredados de la dictadura estaban intactos y perfeccionados por obra y gracia de los gobiernos de la Concertación.
Agotada la Concertación, la nueva izquierda progresista (u oportunista) devino en el Frente Amplio. Ahí destacadas figuras se dedicaron a atacar a Cuba y Venezuela con la complacencia de la derecha fascista y del Departamento de Estado norteamericano. Beatriz Sánchez (ex candidata presidencial). Gabriel Boric, Georgio Jackson (diputados del Frente Amplio) y Camila Vallejos y Carol Cariola (diputadas del Partido Comunista de Chile) se sumaron al coro condenatorio desde temprano. Cumplieron con el ritual de presentar sus credenciales de buena conducta ante la oligarquía chilena y ante los poderes fácticos. Presentaron en su momento declaraciones condenando las “violaciones a los derechos humanos” desde el parlamento o firmaron las presentadas por la derecha fascista.
¿CON QUÉ MORAL?
Iniciada la transacción a la democracia, la Concertación intentó imponer una ley de Punto Final en los casos de terrorismo de estado y crímenes de lesa humanidad. Pacto con la dictadura la impunidad al Estado Mayor y miembros de la Junta Militar por los crímenes cometidos. Construyó la Cárcel de Alta Seguridad para prisioneros políticos de organizaciones revolucionarias. Construyó una cárcel de lujo para los militares asesinos condenados, les mantuvo su grado militar y beneficios. Desarrolló una guerra sucia contra organizaciones revolucionarios desde la Oficina de Seguridad Pública bajo el argumento de “defender la democracia” (¿la democracia de Pinochet?). Pusieron tras las rejas a más de 500 prisionerxs políticxs, todas ellxs sometidxs a torturas y montajes. Asesinaron a 100 personas en contexto de protesta social hasta antes del estallido social de octubre, 2019. Militarizaron la Araucanía y validaron los “testigos sin rostro” contra los comuneros mapuche. Aplicaron contra las comunidades mapuche la Ley Anti Terrorista contradiciendo las orientaciones de las Naciones Unidad y del Convenio 169 de la OIT.
Firmaron 25 tratados de libre comercio lo cual profundizó e carácter extractivista y depredador del capitalismo no sólo entregando la soberanía y recursos al capital transnacional sino que avanzaron en la destrucción del medio ambiente y en la desertificación. Sólo en el gobierno de Bachelet, esta envió a 200 efectivos militares a ser entrenados en la Escuela de Panamá y los gobiernos concertacionistas continuaron con los tratados de asistencia militar con Estado Unidos. En las dependencias del Sename, dependiente del cuidado de niños y niñas pobres, la situación es terrorífica. Más de 1.500 niños muertos, 5000 niños desaparecidos, redes de prostitución infanto-juvenil en dichas dependencias, tráfico de órganos y torturas.
Durante el estallido social (octubre, 2019 hasta marzo 2020) el saldo es horrible. 3000 presxs políticxs, 500 personas víctimas de trauma ocular, 2 personas completamente ciegas, más de 8000 denuncias por torturas, 35.000 personas judicializadas, decenas de personas muertas, 11 niños y adolescentes privados de libertad y que arriesgan, al igual que el resto de los presxs políticxs a condenas de entre 10 y 15 años de cárcel.
Durante todo el estallido como durante toda la pandemia y cuarentena la “oposición” progresista (Ex Nueva Mayoría, Frente Amplio y PC) aprobaron todas las leyes represivas (policiales y económicas) emanadas del gobierno asesino del empresario especulador, Sebastián Piñera. Nada han hecho por hacer justicia ante estos crímenes ni por la libertad de los presxs políticxs de la revuelta, por el contrario, firmaron un “acuerdo de paz” de espaldas al pueblo y convocaron a un plebiscito que en lo sustancial y fundamental nada puede cambiar de los pilares esenciales del modelo neoliberal.
LA POLÍTICA EXTERIOR RASTRERA
Con las declaraciones contra el proceso bolivariano, en este momento, también contra Cuba, en otros, se olvidan de los pilares centrales de una política exterior para un país digno y latinoamericano. ¿Cuáles?
1) El principio de no injerencia en los asuntos internos de otro país.
2) La inviolabilidad de la autodeterminación de los pueblos.
3) Que los pueblos son libres de determinar el tipo de sociedad y democracia que quieran sin la injerencia e intervencionismo de países o potencias extranjeras y así los pueblos son los únicos llamados a resolver sus problemas internos como caminos a seguir libres y soberanamente.
4) Que el desconocimiento de estos principios básicos viola gravemente el derecho internacional y la coexistencia pacífica entre los Estados especialmente entre aquellos del mismo continente.
5) Que el subyugamiento de la política exterior de Chile a los dictados de la política belicista, golpista y anexionista de los Estados Unidos no es más que la constatación de la pérdida absoluta de soberanía e independencia.
Estas sucesivas injerencias en asuntos internos de otros países por parte de “autoridades” sólo evidencia que quien lleva la política exterior de Chile es precisamente Estados Unidos. Queda en evidencia también la pérdida absoluta de la soberanía e independencia de Chile con el agravante que implica que quienes se doblegan ante el imperialismo lo hacen no por temor sino con placer y convicción.
El pueblo venezolano-bolivariano tiene una riquísima historia y sabiduría como para elegir la mejor forma para derimir sus problemas internos como también para elegir las mejores fórmulas para arribar una sistema democrática que mejor sirva a los propósitos planteados por ellos mismos.
La campaña electoral y la proximidad de las elecciones para elegir una nueva Asamblea Nacional Popular hace temblar a la oposicion fascista que no sólo perderá esa presidencia interina y autoimpuesta de Guaidó sino que de seguro dejará a esa oposición, y quizás a la oposición en general, en franca minoría. Esta es la razón para tan descarada intervención. Ya que el imperialismo no puede dar el golpe final recurre a quienes gustosamente sirven a sus propositos en otros países o que en esos mismos países vecinos son débiles ideológicamente o simplemente oportunistas.
Todos los pueblos pobres del mundo deben repudiar este injerecismo y levantar la bandera de la autodeterminación de los pueblos muy bien en alto junto a la bandera urgente del anti imperialismo y del anti fascismo.
El pueblo venezolano no sólo vencerá los obstáculos propios de un proceso popular sino también al imperialismo.