PIÑERA SE MANTIENE GRACIAS AL PROGRESISMO

(LA NECESIDAD DE UNA ALTERNATIVA POPULAR Y REVOLUCIONARIA)

PIÑERA SE MANTIENE GRACIAS AL PROGRESISMO
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En el Día Internacional de los Derechos Humanos, organizaciones de familiares y amigos de presxs políticas de la revuelta social convocaron a una protesta popular con la finalidad de exigir la inmediata libertad de todos lxs presxs políticxs como también la renuncia del asesino Sebastián Piñera.

La marcha que congregó a más de 5000 personas en las inmediaciones del palacio del gobierno chileno, La Moneda, se tradujo también en enfrentamientos con la policía terrorista de carabineros que este desde los carros lanza aguas lanzas agua con productos químicos que dejan a quienes mojan con la piel quemada.

Estas manifestaciones se dan en medio de la puesta en libertad de casi un centenar de militares genocidas involucrados en la Operación Colombo, operación que coordinó a los servicios de la represión de las dictaduras de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y que tuvo como uno de sus resultados más dramáticos la desaparición de 119 militantes revolucionarios chilenos a fines de los 70s. Esto mientras más de 5000 personas se encuentran privadas de libertad ya sea en cárceles o en detención domiciliaria arriesgando penas que van desde los 10 a 20 años por el ejercer su derecho a protestar todo en medio de presentación de pruebas falsas y montajes policiales para lograr las sentencias.

También se da en medio de un 7% de apoyo que tiene Piñera porcentaje similar de apoyo que tuvieron Alejandro Toledo, PKK, Humala y otros ex presidentes peruanos que se vieron obligados a renunciar, enfrentar la justicia, ser encarcelados o simplemente arrancar a otro país por los graves casos de corrupción y abuso de poder lo cual abrió una crisis política y lucha interburguesa en Perú que dura hasta hoy y que se ha tratado de ocultar con la ola represiva de los recientes días contra Movadef y Fudepp.

Pero en el caso de Chile, el bajo apoyo de Piñera no lleva a su renuncia ni a la exigencia real y efectiva, seria y contundente por parte del progresismo para que la renuncia y caída de este gobierno asesino se produzca. Por el contrario, el progresismo, más interesado en pactos electorales, sigue con su labor legislativa en medio de la más profunda división y desprestigio concretizándose varias "oposiciones" a Piñera todas las cuales sólo buscan dar los zarpazos a los miles de puestos que otorga el Estado, como sus recursos, a quienes resulten vencedores en las numerosas elecciones que se aproximan.

El colaboracionismo ya sea crítico o muy crítico sólo lleva a la prolongación de un moribundo que se encuentra conectado a un respirador artificial cuyo oxigeno es proporcionado por quienes insisten en presentarse ante el pueblo como sus representantes. Carentes de programas que transformen en forma radical las estructuras del capitalismo sólo se limitan a blandir los sables contra el neoliberalismo, aplicar ciertas reformas, humanizar el capitalismo y otorgar diputaciones reservadas a los movimientos de los pueblos originarios y feministas mostrándolas como grandes concesiones. Nada dicen sobre el acuerdo al cual llegó el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Andrés Allamand, con la OCDE para que esta asesore a Chile en la redacción de la nueva constitución y en medio de la convención constituyente. O ante los intentos de Piñera por acelerar y aprobar el TPP11. Ante estos hechos que bien pueden constituir "políticas de Estado" hay un silencio cómplice.

Quienes administraron y profundizaron el neoliberalismo y firmaron más de 25 tratados de libre comercio entregando a Chile completo a las transnacionales pretenden hoy vestirse de sensibles con las aspiraciones de un pueblo que clama justicia social, dignidad e igualdad. Ya sea desde la Concertación, la Nueva Mayoría o el Frente Amplio todos tienen velas en este entierro, son corresponsables y de la derecha fascista ni hablar.

En medio del levantamiento popular estos "izquierdistas" tuvieron la oportunidad precisa para haber exigido la renuncia inmediata de Piñera ya que existía un pueblo ampliamente movilizado, una brutal represión y terrorismo de estado y una pérdida absoluta de iniciativa política por parte del gobierno sin embargo se negaron a convocar a una Huelga General Productiva, aprobaron todas las leyes enviadas por Piñera, incluyendo la Ley Anti Barricadas, y firmaron el Acuerdo Nacional por la Paz a espaldas del pueblo y que pretende ser una caricatura de constituyente.

Si hubiesen exigido en ese momento la renuncia del inepto quizás el desastre económico para los trabajadores, los despidos masivos, y el pago de la crisis por parte de los trabajadores llevado a cabo en medio de la pandemia y cuarentena hubiese sido diferente aunque se sabe que los gobiernos burgueses casi siempre actúan iguales y defienden al empresariado.

Hoy, el pueblo de Chile se enfrenta a un gobierno deslegitimado, desprestigiado en medio de la mayor crisis de las últimas décadas sólo comparable a la crisis de los 80s que pilló a la dictadura de Pinochet en medio de las movilizaciones sociales que vieron nacer a un nuevo sujeto social y con ellos a la autodefensa de masas, como a las milicias populares, como uno de sus más importantes protagonistas. En ese entonces en progresismo de ayer, que es el progresismo de hoy, también hizo todo lo posible por desactivar la salida popular a la dictadura y en el caso del Partido Comunista este nunca empujó seriamente la lucha armada en dictadura ya que al mismo tiempo que "fomentaba" el Frente Patriótico Manuel Rodríguez negociaba con la Democracia Cristiana y con los partidos burgueses de la "oposición" a la dictadura en lo que se conoció en ese entonces como el Comité Político Privado, también de espaldas al pueblo en lucha.

En el inter tanto, mientras el progresismo se divide, renuncias, se subdividen, y cada vez son más parecidos a una bolsa de gatos sectores importante del pueblo se dan a la tarea de organizarse en forma autónoma de toda expresión orgánica política desde los territorios y otros dando la lucha callejera en el centro de Santiago, que es el centro de poder por excelencia. Son dos expresiones que difícilmente puedan converger ya que tienen dos lecturas de la realidad, de la lucha de clases diametralmente diferentes y que no tienen vasos comunicantes y nada en común. Un progresismo sin pueblo no es nada. Un pueblo sin progresismo es mucho.

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