CHILE: EL CAPITALISMO NOS ENLOQUECE
(CHILE AL PSIQUIÁTRICO)
“Humanidad más que política. Indignación más que miseria.”
Esta es una de las tantas proclamas de José Martí y que hoy, al igual que ayer, cobra plena vigencia.
Chile se enfrentará a partir de abril en un torbellino de elecciones, como nunca antes en su historia y todas consecutivas, como al “debate” de una nueva constitución donde se intentará humanizar al capitalismo, limar sus garras y colmillos disfrazándole de algo que no es: humanista. El capitalismo aunque se vista de seda, capitalismo queda.
Quienes se encuentren embobados con la precisión de la norma o de la ley, pensando que la mera declaración de la voluntad para solucionar los problemas sociales en Chile, olvidan dos cuestiones básicas.
1º La ley, y más claramente la constitución, es la expresión de la voluntad de la clase dominante.
2º El problema de la situación angustiante del proletariado no es un problema legal ni constitucional sino estructural donde el causante es el capitalismo, el modelo, el Estado Burgués que monopoliza todo. Es la sociedad de clases, el carácter discriminador (incluso antes de nacer), la segregación, racista y patriarcal.
Pero también olvidan, y a veces olvidamos también, que los efectos del capitalismo también se da en el plano de la salud mental en su deterioro. La “calidad” de una sociedad, su carácter humanista y preocupado por todas las formas de vidas no sólo se puede estudiar desde la perspectiva de la concentración de la riqueza y de desde, exclusivamente, la economía sino la información que nos brindará, por ejemplo, los tipos de delitos más frecuentes, cuáles son los delitos de mayor gravedad que se producen en ese país y cuál es el estado de la salud mental de la población de ese país bien nos pueden dar luces del tipo de sociedad que estamos enfrentando.
En el caso de Chile, la salud mental sigue un deterioro ascendente y preocupante que sólo muestra una sociedad agresiva, intolerante, polarizada (una minoría que tiene todo y una mayoría que no tiene nada o muy poco) y una sociedad altamente autoritaria y represora expresando estas dos últimas características en todos los planos, transversal, no limitándose el carácter represivo, en específico, a la represión policial sino también expresándose con igual brutalidad en el plano económico. Esto ha sido ahondado aun más con la pandemia / cuarentena.
Salud Mental y Pobreza.
En un artículo aparecido en el diario La Tercera (Consorcio Periodístico COPESA) Andrea Hartung y Collage: Tamara García, 23 de agosto, 2020, “Salud mental y pobreza en Chile” nos entrega algunas pistas altamente preocupantes de lo que ocurre en Chile. Veamos.
Señala la nota periodística: “un informe del Ministerio de Desarrollo Social entregado en 2018 en Chile un 4,5% de la población no cuenta con servicios higiénicos y un 9,8% vive hacinado. Y según la Cepal, en un reporte que da cuenta del impacto de la crisis por Covid-19, se anticipa que el porcentaje de personas en situación de pobreza en Chile llegará al 13,7%.”
Citando a la OMS, la nota señala: ““los trastornos mentales generan costos por concepto de tratamiento de largo alcance y de productividad perdida”, los cuales podrían contribuir considerablemente a la pobreza. Pero de la misma forma, son aspectos de la pobreza tales como la inseguridad, un bajo nivel educacional, una vivienda inadecuada y subnutrición, conocidos factores asociados a los trastornos mentales.”
También la Directora Nacional Técnica de Apoyo, Cuidado y Desarrollo de Autonomía del Hogar de Cristo, María Isabel Robles señala:
“La salud mental tiene que entenderse desde una perspectiva integral, donde hay un vínculo invisible entre lo físico, lo sicosocial y lo espiritual. Pero si lo aterrizamos a como viven las personas, nos encontramos con determinantes sociales que afectan a su salud mental, concretamente la pobreza, la inequidad, la falta de acceso a servicios, el estrés que viven al experimentar dificultades como situaciones de violencia y precariedad”.
Y señala más adelante: “En Chile tenemos una brecha de cobertura de alrededor de un 80% en la atención primaria respecto a temas de salud mental, o sea solo el 19% de las personas que requieren atención por algún trastorno de salud mental incipiente tiene acceso a cobertura”.
Por último el artículo señala al final que ““La OMS ha comprobado que la mayor generación de discapacidad en el mundo es a partir de problemas de salud mental de las personas, cronificación de depresiones, bipolaridad, cuadros ansiosos y otros cuadros asociados”.
En otro artículo aparecido en la red sobre la salud mental en Chile en el diario digital EL DESCONCIERTO (Luz Venegas, 14 de mayo, 2020) señala que 79,5% de los chilenos ven afectado su salud mental durante la pandemia.
La información que entrega el periodista se basa en la encuesta sobre salud mental realizada por la Asociación de Municipalidades Chilenas (AMUCH). En ella también aparece en el artículo periodístico que “Además, el 91,7% de los encuestados considera que las medidas de distanciamiento físico promovidas para la contención de la propagación de la pandemia han derivado involuntariamente al distanciamiento social en sus comunidades”.
En otra encuesta aparecida en la página web CLÍNAS DE CHILE arroja que un 34,6% de los encuestados declara tener problemas de salud mental. Un 49,9% señala que su estado de ánimo es pero o mucho peor como consecuencia de la pandemia, que, “el 54,8% indica sentirse más agobiado y en tensión, y el 48,9% reconoce que las preocupaciones actuales le han hecho perder mucho sueño, más que lo habitual, en las últimas semanas”.
En cuanto a la brecha de género señala: “Otro hallazgo relevante del estudio es la brecha que existe entre hombres y mujeres: el 40,3% de ellas presenta problemas de salud mental asociados con la pandemia versus el 28, 8% de los hombres”.
Y ANTES…
A este cuadro “novedoso” pandémico, se le debe agregar también la situación de salud mental anterior a la pandemia que ya era desastrosa que llevaba a algunos psiquiatras a señalar que Chile se encontraba precisamente en el psiquiátrico.
A esto se suma la escalada de represión policial durante el estallido social (terrorismo policial) que no sólo contribuyó a la elevación exponencial de la violencia proveniente del Estado, de sus instituciones y sus agentes sino que vino a fundamentar la justeza del estallido social donde la población en forma transversal se levantó ante una situación agobiante y represora inaguantable donde el estallido social es al final la lucha en defensa de la vida.
El estado calamitoso (antes, durante y después de la pandemia) de la salud mental en Chile es propio de las condiciones de exigencias y explotación que le imprime el modelo económico al conjunto de los trabajadores donde las jornadas agotadoras de explotación, sueldos miserables en relación a las jornadas laborales, nulos derechos sindicales, pérdida de la vida familiar y de la intimidad, mercantilización de las relaciones humanas, pérdida de los afectos, violencia intrafamiliar, de género, contra la mujer y contra las disidencias sexuales, etc todo consecuencia directa del capitalismo, del modelo económico. Pero ahí hay un problema grave.
El mejoramiento de la salud mental de los trabajadores no se solucionará dentro de la Convención Constitucional únicamente porque la Ley 21.200 que convoca a dicha convención excluye expresamente cualquier intento por cambiar el modelo económico haciendo imposible la revisión del mismo como de los tratados de libre comercio ya firmados. Así, la salud mental de los trabajadores podrá seguir esperando, la sociedad avanzará a grados cada vez más violentos, y los estallidos sociales serán más frecuentes como las camas psiquiátricas se harán cada vez más escasas.
Desde esta perspectiva, la revolución social necesaria y urgente no sólo debe lucha por la usurpación del poder de la clase dominante sino también por conquistar una salud mental plena y digna que permita a los trabajadores vivir y sentir como seres humanos y despojarse de su condición de mercancía que le ha impuesto el capitalismo y su ideología donde el progresismo ha sido parte fundamental en este modelo y uno de sus sustentos.