CHILE: LA TRAICIÓN AHORA ES UNA VIRTUD

(NIDO DE VÍBORAS)

CHILE: LA TRAICIÓN AHORA ES UNA VIRTUD

Hoy, 15 de noviembre del 2020 se cumple un año del Acuerdo Nacional por la Paz que firmaron moros y cristianos el 2019 a casi un mes de haber comenzado el estallido social que ha remecido los cimientos mismos del neoliberalismo impuesto desde 1973.

Fue entre gallos y media noche, como de espaldas al pueblo que daba todo de sí en las calles, y que tuvo como principal objetivo evitar que el gobierno de Piñera cayera y con el todo el modelo y que abriera las puertas de par en par a la principal demanda del pueblo en lucha: ASAMBLEA CONSTITUYENTE.

No cabe duda que ese acuerdo nacional fue la más nítida expresión de las diferentes expresiones de la burguesía / clase dominante para frenar y paralizar el estallido social, reencauzarlo hacia el interior de la “institucionalidad” e imponer así la negociación de “palacio” que no es más que la salida burguesa ante la crisis más profunda que ha vivido Chile, el capitalismo, desde la dictadura de Pinochet.

Como era de esperar, una vez firmado el acuerdo los partidos burgueses han buscado ser ellos los conductores del proceso “constituyente” y se ellos los artífices de la “nueva” constitución dejando amarrados e intactos los pilares del neoliberalismo abriendo la puerta sólo ha reformas simbólicas que van en el área de mayores libertades individuales.

Una vez realizado el plebiscito del 25 de octubre, que fue parte del acuerdo nacional donde sólo votó el 50% del padrón electoral y donde la opción Apruebo obtuvo el 39% y la opción Rechazo el 11% en relación al 100% del padrón electoral, la clase política trata de imprimirle a ese acuerdo nacional una épica, un heroísmo, un romanticismo que nada tiene y que sólo tratan de ocultar su real y única esencia: ¡TRAICIÓN!

¿Por qué traición?

Por los graves crímenes contra la humanidad y el terrorismo de estado, a un año, sigue todos en la más plena impunidad y los torturadores, asesinos, violadores y genocidas en plena libertad y en funciones dentro de los organismos llamados a aplicar el terrorismo policial.

Traición porque 5000 presos y presas políticas se mantienen privados de libertad sin que el progresismo haya hecho gestión alguna, desde el principio, por imponer una amnistía y que repercute tanto en el cierre de los procesos como la puesta en libertad inmediata.

Traición porque no sólo Piñera terminará su período en la presidencia sino porque el proceso constituyente se encuentra amarrado y pactado previamente como también desde la norma que lo convoca donde se establecen una quorum de 2/3 y donde se prohibe expresamente, Ley 21.200, cambiar el modelo económico.

A un año del estallido social (18 de octubre, 2019) y a un año del acuerdo por la paz (15 de noviembre, 2019) ninguna de las demandas levantadas por el pueblo insurgente han sido asumidas por la clase dominante, por el parlamento y el pueblo hasta ahora nada ha ganado. La represión sigue su curso en cada una de la manifestaciones que se viene dando aumentando los detenidos y presos políticos mientras tras bambalinas los partidos políticos avanzan en las negociaciones de los futuros pactos electorales como de los contenidos esenciales y estructurales de la “nueva” constitución antes que la convención constitucional siquiera se asome ni menos se instale.

En este contexto, y a diferencia de lo que ocurre en Perú, el gobierno de Piñera que sólo cuenta con un 12% de aprobación se mantiene en el Palacio de La Moneda, continúa gobernando como consecuencia de un progresismo que no cuenta con la valentía o consecuencia democrática suficiente para tumbarlo, convocar a nuevas elecciones y frenar así la represión multidimensional ejercida por este tiranuelo. Privilegian la continuidad del modelo de dominación, la defensa de los intereses de los más ricos por sobre el bienestar del pueblo a pesar que el discurso puede decir otra cosa. 

 

 

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