CHILE: ¿QUÉ CONSTITUCIÓN SE VA? ¿QUÉ CONSTITUCIÓN LLEGA?
(HEGEMONÍA BURGUESA Y POLÍTICA BURGUESA)
En 1980, la dictadura militar-burguesa impuso la Constitución del 80 que fue el marco político-jurídico de la primera etapa del neoliberalismo. La fuerza hegemónica en su versión militar fue precisamente la clase dominante que expresó su voluntad mediante las fuerzas armadas.
La transición a la democracia supuso reformas previas a esa constitución antes que asumiera Aylwin, primer gobierno civil-burgués posdictadura, como también reformas sucesivas hasta llegar al gobierno de Ricardo Lagos donde este no sólo le cambia la firma de Pinochet por la propia sino que declara que ahora Chile contaba con una “constitución democrática” que ya representaba a todos los chilenos.
Esta nueva constitución fue en definitiva la constitución de la Concertación, de su proyecto político de democracia protegida y de profundización-perfeccionamiento del neoliberalismo.
Esto fue posible porque la fuerza política hegemónica-burguesa era precisamente la Concertación, alianza política a la cual la clase dominante le asigno el rol de administrar el capitalismo al reunir en ella la mayor de las capacidades y de representar de mejor forma el proyecto neoliberal y a las masas que en ese momento se encontraban emborrachadas con la fiesta del consumismo y el endeudamiento, con la precarización inconsciente de sus propias vidas. Eso fueron los 30 años. El reinado político de la Concertación y de su nueva constitución.
Pero lo bueno para los intereses burgueses no dura eternamente.
El 2009, la Concertación se disuelve, muere. Se da paso a la Nueva Mayoría que incluye a los antiguos partidos de la Concertación más el Partido Comunista y asume Bachelet en su segundo gobierno. Gobierno que estuvo cruzado por las disputas internas para determinar qué partidos (o alianzas de partidos) serían los hegemónicos de esa alianza y gobierno. La Nueva Mayoría también murió y aparece el Frente Amplio.
El segundo gobierno de Piñera ha sido un desastre para los intereses burgueses que más allá de haber avanzado en la promulgación de leyes laborales favorables a ellos, el estallido social y la represión ha sepultado una de las condiciones que permite el desarrollo armónico del capitalismo cual es esa “paz social” a la cual les gusta hacer referencia. Son las mismas fuerzas capitalistas las que señalan que el capitalismo se desarrolla mejor en “democracia”, en el imperio del Estado de Derecho y en el respeto de los derechos individuales cosa que no ha ocurrido en este gobierno al volver el terrorismo de estado y los crímenes contra la humanidad (terrorismo policial) que ha alejado a ciertos inversionistas extranjeros.
Curiosamente, en el escenario de la futura convención “constituyente” ninguna de las fuerzas/alianzas burguesas o pro capitalistas llegará como fuerza hegemónica más allá si es que las fuerzas que se presentan como “progresistas” (ex concertación ex nueva mayoría y frentes amplios) obtenga los 2/3 de los “constituyentes” como tampoco la derecha fascista si es que obtiene 1/3 o más de los “constituyentes”.
Ninguna de estas fuerzas será hegemónica ya que el mismísimo “progresismo” se encuentra fragmentado, dividido y sin proyecto hegemónico único y sin que ninguno de esos proyectos “progresistas” goce con el necesario apoyo y reconocimiento de las masas. Desde la derecha fascista la cosa no es mejor. Ante las masas populares la derecha fascista representa lo que la mayoría rechaza claramente y entre sus propias filas las diferentes corrientes se enfrentan en una soterrada guerra bajo la mesa.
La clase dominante, y ante el protagonismo popular, requiere de un proyecto único que represente sus intereses en el plano político y en el plano de la administración del capitalismo (gobierno). Es riesgoso para sus intereses de clase que sus propias fuerzas se encuentre dispersas y fragmentadas y sin proyecto hegemónico en ninguno de los polos representativos de sus intereses ya que eso abre un mayor protagonismo popular y puesta en peligro de sus privilegios.
Ante esto la “constituyente” sesionará sin fuerza política hegemónica alguna necesaria para redactar una “nueva” constitución. Lo único que habrá será la fuerza hegemónica de la clase dominante que le impondrá a esa dispersión y fragmentación de las fuerzas burguesas su voluntad lo cual se reflejará en, nuevamente, en el consenso entre todas las fuerzas donde saldrá una constitución muy similar a la constitución que impuso la Concertación y que lleva la firma de Ricardo Lagos.
Al final a la Concertación le gustó el neoliberlalismo y por eso su constitución “laguista” (asumió el proyecto de la derecha fascista) y a la derecha fascista le terminó gustando los gobiernos de la Concertación a los cuales los ven como propios. Y ¿el Frente Amplio? Ellos son los hijos de la Concertación. La clase dominante hegemónica requiere de una alianza política hegemónica que defienda sus intereses. De no existir la clase dominante se impondrá sobre todas sus facciones, las ordenará e impondrá el consenso.
Como se impondrá el consenso, tendrá que ser el Pueblo Movilizado el que se tenga que transformar en esa fuerza hegemónica que no entre en ese nuevo pacto burgués sino que mediante su fuerza y su movilización sea el que reviente ese proceso constituyente consensual e imponga la única posibilidad de cambiar sus condiciones de vida: ASAMBLEA CONSTITUYENTE DIRECTA, LIBRRE, Y SOBERANA.
EL PUEBLO TENDRÁ QUE SER UNA NUEVA FUERZA HEGEMÓNICA Y POPULAR.