PEDRO CASTILLO, “NUNCA FUE DE IZQUIERDA, MENOS COMUNISTA”

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PEDRO CASTILLO EN BLANCO Y NEGRO

 

Por: Jhonatan Ricardo Chávez Boy.

Pedro Castillo, docente de profesión, fue dirigente de las bases del SUTEP y hoy es el Presidente Constitucional del Perú. Su triunfo es en gran parte, obra del sindicato de maestros, tantos años traicionados por el SUTEP oficial de Patria Roja.

Se presentó por el partido Perú Libre, con una supuesta propuesta “marxista-leninista, mariateguista", que no era otra cosa más que un programa reformista disfrazado de radical, para embaucar al pueblo que clama por el cambio postergado durante siglos.

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DISCURSO DE PEDRO CASTILLO

CASTILLO Y EL GREMIO DE PRODUCTORES DE ARROZ Y CONVEAGRO

CASTILLO, EN BLANCO Y NEGRO

Castillo, aprovechándose de la pandemia, la pobreza, la corrupción y otras taras sociales que nos aquejan, prometió invertir en salud, educación, etc., y con un discurso antiimperialista, dejó en claro que lo primordial, era —y sí que lo es— cambiar la Constitución.

Obviamente, para quienes conocemos mínimamente de política, sabíamos que no iba a poder cumplir con sus promesas y que el pueblo no debería ilusionarse en él; sin embargo, dada la coyuntura, era necesario apoyarlo en las elecciones —repito, sin ilusionarse en él—, ya que, como contraparte, se encontraba la Sra. Fujimori, de práctica ya harto conocida de autoritaria y quien expresamente había ofrecido mano dura contra el pueblo y sus organizaciones.

Al asumir el mandato, el presidente Castillo fue abandonando su discurso de cambio y olvidándose de sus promesas.

¿Era difícil prever esto? Obviamente, no.

Y es que Pedro Castillo no tiene formación política y menos ideológica. Él es un pequeño-burgués, proveniente de las canteras del toledismo corrupto. Nunca fue militante de izquierda, menos del MOVADEF y mucho menos comunista, como la prensa chicha y manipuladora pretendió hacer creer.

Retrocediendo un poco, cabe mencionar que en la huelga del SUTEP del 2017 que estremeció al país, participaron docentes de diferentes corrientes ideológicas: hubo apristas, humalistas, maoístas y de todas las tendencias políticas para el gusto de quien lo prefiera; pues es lo que corresponde, la variedad y activa participación en un sindicato democrático que exigía el respeto de sus derechos también democráticos, frente al gobierno ciego, sordo y antidemocrático de PPK; pues además de criminalizar y reprimir, con sus aliados de Patria Roja empezaron a terruquear a todos los docentes.

Valga aclarar, el MOVADEF nunca dirigió aquella lucha. A pesar de la “senderización” hacia los maestros liderados en ese entonces por Castillo, en éste no caló siquiera la curiosidad de revisar los conceptos básicos del socialismo y, en lugar de defender a los maestros del terruqueo, empezó a deslindar y atacar a quienes tenían una posición maoísta.

Ya conocido a nivel nacional, fue invitado por Cerrón para candidatear a la presidencia y gracias al discurso radical, la promesa de cambio y el descontento popular, logró tener la aceptación de un pueblo cansado de la opresión y explotación, logrando vencer en las urnas a los fascistas.

Ya en el sillón presidencial, su posición pequeño burguesa se fue agrandando y ha ido dando la espalda al pueblo que lo eligió por sus promesas, a cambio de complacer las exigencias de la ultra-derecha.

Su gabinete, en un inicio lo combinó provisionalmente con algunos personajes conocidos de la vieja izquierda burguesa para complacer a Perú Libre; pero de inmediato les bajó el dedo para evitar disgustos a las clases adineradas que dominan nuestro país. Hoy, a cuatro meses de su gobierno, su gabinete está conformado totalmente por representantes de la derecha y ultraderecha.

Ya no toca el tema sobre el cambio de Constitución. Al contrario, ha asumido el discurso tradicional que promueve las inversiones y, el día previo a la renegociación del gas de Camisea, dio de baja al interlocutor Guido Bellido, poniéndole fin al asunto. Poco después, y para darle tranquilidad a los grupos de poder económico, ratificó al eterno presidente del BCR, Julio Velarde, asegurando el continuismo del cual el pueblo peruano está cansado y votó por él.

Tirando a la borda la promesa de la expulsión de la USAID (organismo de la CIA) de nuestro país, envió a su interlocutor Óscar Maúrtua, para firmar una vez más, convenios con ella.

Siguiendo las órdenes de la derecha y ultra-derecha, dispuso el allanamiento de locales y detención de militantes de Perú Libre y, para regocijar el odio de las clases dominantes, permitió el asesinato del filósofo Abimael Guzmán, Presidente del Partido Comunista del Perú. Emulando al visitador José Antonio de Areche, ordenó además de su cremación y desaparición, la tortura y aislamiento a su esposa también encarcelada, violentando los Derechos Humanos e internacionales.

Castillo se va quedando solo. Perú Libre, el SUTEP y el pueblo van tomando su distancia y esto es producto del mismo accionar del presidente. Y es que Castillo no es político, ni siquiera estratega. No ve la lucha de clases, por eso es que piensa que complaciendo a los lobos de la ultraderecha lo van a dejar gobernar. Pues no es así.

Recordemos que luego de ser elegido dirigente del SUTEP, en lugar de capacitar a maestros, alumnos y padres de familia para impulsar una nueva lucha magisterial, Castillo lo abandonó y se durmió en sus laureles. Lo mismo ha ocurrido —y era previsible— para la presidencia. En lugar de apoyarse en el pueblo, prefirió pactar con la derecha, que nada garantiza que pueda salvar su cabeza.

Sería ir contra el pueblo si decimos que cometió un error al votar por el actual presidente. El pueblo, por décadas despolitizado, ha marchado levantando las banderas de la Nueva Constitución a través de Asamblea Constituyente, ha sido vigilante de sus votos, con esperanza del cambio anhelado. Hoy y cada vez más furioso, el pueblo va madurando y aprendiendo de cada lección, ya no tiene confianza en los ollantas, los cerrones, las mendozas o los goyosantos o castillos, y está aprendiendo a organizarse para defender sus derechos fundamentales y arrancar nuevas conquistas, independientemente de quien sea el presidente. Va entendiendo que la liberación es obra de la propia lucha y ya no tendrá más ilusiones electorales ni en traidores ni oportunistas.

Castillo nunca fue de izquierda, ni comunista, ni marxista; ni siquiera tiene idea de qué es eso. La alarma frente a un eventual gobierno comunista o de izquierda radical de Castillo, no pasó a ser más que la ignorancia política y la burlona manipulación mediática que defendía sus propios intereses. Castillo solo está demostrando lo que es: un burgués continuador del sistema económico, incapaz de cumplir con las promesas reformistas y oportunista sin más ni menos.

Por eso, el papel que nos corresponde si queremos cambiar nuestro sistema en crisis, es movilizar a las masas, educarlas y organizarlas para lograr la Nueva Constitución, que permitirá democratizar la sociedad y desarrollar el camino del pueblo hacia su verdadera emancipación.

29/11/21

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