CHILE. BORIC, EL NEO PRESIDENCIALISMO Y EL OCULTAMIENTO DE LA LUCHA DE CLASES

Una de las “virtudes” del progresismo ha sido la capacidad que ha tenido en entusiasmar a las nuevas generaciones mediante el ocultamiento de la realidad. Con múltiples conceptos atractivos han venido desdibujando la realidad con la finalidad de hacerla más digerible, atrayente, dócil ante quienes padecen los males del capitalismo.
Se antes se utilizaban los conceptos de “obrero”, “trabajador”, “poblador” rápidamente fueron reemplazados por “ciudadanos”, por “emprendedores”, por “consumidores” y el desarrollo de negocios de subsistencia le han puesto el nombre de “emprendimiento”. Sin más la lucha de clases pasó a denominarse conflicto social, al pueblo se le llamó “gente” etc.
Ello también ha llevado al divorcio intencionado, debido al alto desprestigio y rechazo de la política burguesa-institucional, de la política en su relación con el pueblo. Para ello han reivindicado la independencia política, la no militancia como la virtud de las virtudes como si el no compromiso militante fuera lo que debe ser. Claro los progresistas no quieren reivindicar la importancia de la organización política más si esta nace desde los trabajadores y si esta nace también desde la independencia de clase.
Para hacer más atrayente el discurso progre desarrollan un lenguaje inclusivo. La inclusividad no es más que la inclusión de una clase antagónica con otra, de una forma antagónica de ver el mundo con el otro, en pocas palabras, es la eliminación del antagonismo propio de la sociedad de clase y su reemplazo por el “consenso”, por el diálogo entre las partes donde la clase dominante y su ideología tiene las de ganar al contar con todos los medios a su disposición y propiedad.
Un gobierno “paritario” suena atrayente y hermoso incluso tierno. Un gobierno paritario implica la igualdad en la cantidad de cargos entre hombres y mujeres (50% y 50%). Pero cabe la pregunta, ¿quiénes serían las mujeres que accederán a esas esferas del poder? No será la mujer trabajadora, la mujer campesina, temporera o pobladora, tampoco será la mujer indígena que vive en la comunidad, no, será la mujer burguesa, pequeño-burgueses que desde siempre ha estado ligada a las esferas del poder, que ha tenido la oportunidad de acceder a la formación escolar en colegios de alta “calidad” y a centros universitarios que el común no puede. Pertenecerán a la misma clase dirigente al cual pertenecerán y han pertenecido los hombres ministros que la han precedido y que las acompañarán en ese gobierno “inclusivo”.
¿Puede lo “paritario”, la “inclusividad”, la “independencia” ocultar la lucha de clases en todos los planos incluyendo en cómo esta se expresa en el acceso a los órganos de poder? ¿Puede el ejercicio del poder estar desprovisto de esa lucha de clases? No y mil veces no. El poder es precisamente el ejercicio del poder de una clase sobre otra por más hermosamente que este lo quieran vestir. La lucha de clases también se da entre las mujeres (mujer burguesa – mujer proletaria) etc.
Pero, pareciera que el discurso de Boric y su entorno estuviera inaugurando un neo presidencialismo que no es más que el antiguo presidencialismo que el mismo progresismo rechazaba y pretendía sepultar.
Cuando se le criticaba las expresiones nefastas que tuvo Boric con respecto a Cuba, Venezuela y Nicaragua, sus partidarios, incluyendo el Partido Comunista, se apresuraron en señalar que “es el presidente quien tiene la potestad de llevar las relaciones internacionales”, vale decir, actúa como un monarca que sólo dialoga consigo mismo ante un espejo donde los partidos que lo llevaron a gobierno, y para que hablar de la base votante, por arte de magia desaparecen, no importan y fueron usurpados de todo elemento de razón, pensamiento y deliberación. Este mismo presidencialismo ocurre en la designación de los ministros. Es el “presidente” ante sí el que sabe “mejor que nadie” quienes cuentan con los atributos para ejercer un cargo en el nuevo gobierno burgués.
De un momento a otros, Boric cuenta con todos los atributos intelectuales, de “gestión” gubernativas en todas las áreas donde ya no requiere de los partidos políticos sino de su propia capacidad e intelecto. ¿El Estado soy yo 2.0?
Todo esto es poco creíble y como ha sucedido muchas veces con estas mismas políticas pronto la realidad se encargará de derrumbar este mito y mostrar su real esencia de clase. Lo importante no es el ejercicio del feminismo burgués limitante de la paridad en el ejercicio del poder, lo que importa es que si las políticas que se lleven a cabo aportarán en la liberación de la mujer proletaria, del cambio radical de sus condiciones de vida, de su condición de explotada y como estos cambios aportan también en la liberación de la clase trabajadora, de los pueblos. Lo que importa es que si esos ministros “independiente” son capaces de llevar a cabo las políticas que afecten seriamente el poder ya casi infinito de una clase dominante que engulle todo y que no tiene limites en su voracidad. Es como decía Lenin, no importa quién plantea tal o cual cosa, lo que importa es a quíén beneficia: a la burguesía o al proletariado.