CHILE: EL DESPLOME DE LAS INSTITUCIONES: LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD
La encuesta del Centro de Estudios Públicos, CEP, siempre ha sido un instrumento importante para la clase política aun cuando este provenga de este centro de pensamiento conservador-empresarial. Esto aun cuando las encuestas políticas han caído en un descrédito por cuanto hace tiempo que no han coincidido sus resultados con la realidad, pareciera que en esta oportunidad la clase política la ha validado.
Sobre las presidenciales
Lo más significativo, quizás, en que, ante la proximidad de las elecciones presidenciales, dos meses y medio, una 65% de los encuestados no tiene idea por quien votar. Esto es particularmente importante por cuanto uno de los objetivos de estas elecciones como de la Convención Constitucional ha sido absorber el impulso y rechazo por parte de la ciudadanía aparecida con fuerza durante el estallido hacia dentro de la institucionalidad lo cual no se ha conseguido por el alto porcentaje de desafección hacia las instituciones y hacia el quehacer político.
En el caso de la opción de la izquierda progresista, Apruebo Dignidad Gabriel Boric, el apoyo es escuálido superando al candidato del gobierno, Sebastián Sichel, por 3% si es que se suman todas las opciones del progresismo y de la derecha aparecidas en la encuesta detrás de Boric y de Sichel.
A pesar de la instalación de la Convención Constitucional, se mantiene el rechazo hacia la institucionalidad y hacia la política oficial.
Algunas de las razones podrían ser que, si el estallido social tuvo como uno de sus elementos centrales la deliberación que se produjo al interior del pueblo, la aparición de una multiplicidad de demandas producto de esa deliberación y protestas, las candidaturas, y sus propuestas, no han tenido su origen en cabildos, en la participación deliberativa-ciudadana sino precisamente entre cuatro paredes, encerrados. El pueblo ha sido dejado a un lado al momento de levantar las alternativas y estas, posterior a la definición de los respectivos candidatos, se han mantenido en el subterráneo sin que hayan aparecido una batería de propuestas que apunten hacia la solución de los problemas y demandas del estallido. Ninguna de las candidaturas ha logrado prender ni entusiasmar lo cual podría avizorar una baja participación electoral que no supere el 50% del universo electoral y que sea incluso bajo ello. No hay una épica.
La Convención Constitucional
Hasta el momento, la Convención Constitucional ha sido una réplica del actual parlamento que cuenta con una bajo apoyo y alto desprestigio por parte del pueblo, una réplica o ampliación de la clase política.
Si las elecciones previas a la elección de la Convención Constitucional y aquella que en la cual se eligieron a los actuales constituyentes tuvo un cierto entusiasmo, por lo menos en lo mediático aun cuando no pudo superar el 50% de participación electoral, el apoyo a la Convención sólo ha alcanzado un 24%. El apoyo arrojado en bajísimo considerando que la Convención es la encargada de elaborar una nueva constitución y plasmar en ella los cambios estructurales que planteó el movimiento social durante el estallido.
Los escándalos nacidos dentro de la ex Lista del Pueblo (divisiones, cambio de nombre, presentación de 23.000 falsas por el candidato presidencial de la lista, Diego Ancalao. La baja de la candidatura del otro candidato de la Lista del Pueblo, Cristián Cuevas y la estafa-mentira del convencional Rodrigo Rojas Vade sumado a la campaña de bloqueo de la ultraderecha al interior de la convención ha hecho que esta haya bajado estrepitosamente en el apoyo.
Otro de los factores de la baja de apoyo de la Convención se puede dar que la elaboración de los reglamentos que se están votando-aprobando fueron hechos entre cuatro paredes sin la participación de la base social, del pueblo y sus organizaciones. Ahí la deliberación que debió impulsar la Convención estuvo ausente en algo tan importante como es el marco político de la Convención y en algo tan suma importancia como es el quorum que se requiere para la aprobación de las propuestas del articulado de lo que será la nueva constitución. Ahí, según los convencionales no era necesario la participación del soberano que es el pueblo. Se supone que cuando se entre a la redacción de los artículos constitucionales, ahí, se debería producir esos cabildos, y asambleas territoriales que aseguren la participación. Si fuera así, nuevamente será entre cuatro paredes quienes decidan cuando y donde debe participar el pueblo en una deliberación regulada, vale decir, debatirán sobre las propuestas que vengan desde “arriba” y los de “arriba”, la Convención, no debatirá sobre las demandas y deliberación nacidas desde los de “abajo”. Centralismo, verticalismo, autoritarismo han sido lo que ha reemplazado hasta ahora el impulso, protesta y bronca del estallido social.
Legalidad y legitimidad
Como ha ocurrido en otras oportunidades en la historia de Chile, los cambios y demandas nacidas desde los de “abajo” y que han tenido como objetivo poner en el centro el derechos de los pueblos, el convertir en los hechos al pueblo en el soberano, provocar o producir procesos deliberativos han sido aplastados por la represión y en algunos casos han sido absorbido por las fuerzas conservadoras hacia el interior de la institucionalidad y al mando de la clase dominante para que esta le de una barniz de progresismo pero cercenando el contenido para dotarlo de un contenido conservador. Esto es lo que ha ocurrido hasta ahora con la energía del estallido social.
La legalidad, la gobernabilidad, la estabilidad, el respeto a la ley y el orden han sido todos los conceptos que se han impuesto como una forma de domesticar la protesta social y de ponerle una camisa de fuerza cual es el respeto al Estado de Derecho y el marco existente que nace desde la constitución ilegítima de 1980. Ante este discurso encontramos todo el espectro político manteniendo entre ellos algunos matices, pero todos ordenados detrás de la legalidad burguesa y en la defensa del régimen, modelo y sistema.
La clase dominante podrá imponer su itinerario político-electoral-institucional, pero como esta se produce desde arriba, desde el Estado y desde el interior de este, continuará careciendo de la legitimidad necesaria desde el pueblo requisito para poder apagar definitivamente el descontento expresado en octubre, 2019. Las protestas se habrán reducido, pero eso no significa en modo alguno que el descontento se haya terminado por el contrario se encuentra aun ahí ahora comprimido pero dentro de una nueva olla de presión que pudiera estallar en el futuro.
Tomas Mocciati dueño del consorcio comunicacional Radio Bio Bio (de derecha)