CHILE: LA BURGUESÍA SE VISTE DE FIESTA

CHILE: LA BURGUESÍA SE VISTE DE FIESTA
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La salida burguesa a la crisis del capitalismo en Chile sigue su curso.

Las primarias para elegir a los candidatos presidenciales realizadas este 18 de julio tuvo una participación de alrededor 3.000.000 de personas lo cual representa a un quinto del padrón electoral que llega a un total de 14.900.189 electores, vale decir, cerca de 11 millones aproximadamente no se sintió convocado a ir a votar.

En estas elecciones primarias sólo participaron dos alianzas políticas.

Por un lado, el progresismo o la neo socialdemocracia representada por Gabriel Boric (Frente Amplio) y Chile Digno el cual encabeza el Partido Comunista. Si bien, desde el punto de vista programático, ambas alianzas progresistas platean un camino reformismo socialdemócrata tibio la diferencia más importante es que el Frente Amplio representa a la nueva generación progresista de capa media-aspiracional (arribismo) que en algún momento estuvo unida a la ex Concertación y Chile Digno al antiguo reformismo que se encuentra entre la vida y la muerte.

Gabriel Boric obtuvo el 60.39% (= 1.047.616) resultando electo como candidato presidencial de la alianza conjunta con Chile Digno, denominada Apruebo Dignidad y Daniel Jadue candidato del Partido Comunista, y Chile Digno, obtuvo casi el 40% equivalente a 687.000 votos.

Desde la derecha fascista, todos los partidos reaccionarios fueron abatidos brutalmente eligiendo ese electorado a un candidato “independiente” o mejor dicho sin partido eligiendo al ex demócrata cristiano y ex funcionario de los gobiernos de Bachelet y Piñera, Sebastián Sichel con el 49.07% de los votos de este sector reaccionario. La derecha fascista obtuvo 500.000 votos menos que el progresismo en estas primarias con un total de 1.232.107 votos.

La gran ausente, en estas primarias, fue la ex Concertación, sus partidos, se encuentra en medio de la más grave crisis desde que esta desapareciera oficialmente como alianza. Unida a un respirador artificial, la Concertación se encuentra en un callejón sin salida y sin la fuerza, o claridad necesaria, para salir del hoyo. Los partidos Socialistas, Por la Democracia, Radical y Democracia Cristiana, si bien cuentan con sus pre candidatos presidenciales no pudieron realizar primarias democráticas y en las encuestas sus candidatos marcan por debajo del 5 % de apoyo electoral.

De aquí en adelante, o hasta noviembre de este año que es cuándo se realizarán oficialmente las elecciones presidenciales, así la agenda política girará en torno al circo electoral donde más de la mitad de los electorales potenciales estarán mas pendientes de cómo llegar a fin de mes en condiciones de la represión económica que en payasos que cuentan malos chistes. También cabe recordar que estas primarias tuvieron como telón el asesinato Pablo Marchant.

El aplazamiento de la crisis y no su solución

El desarrollo del itinerario político-electoral-institucional emanado del acuerdo nacional de noviembre del 2019, cuyo objetivo era la domesticación del estallido social y del pueblo, ha tenido el efecto deseado.

Por un lado, lograron desmovilizar al pueblo tanto mediante la más brutal represión policial y económica (cuarentena, pandemia) uniendo aquello con las sucesivas elecciones que llevaron a la instalación de la Convención Constitucional y a la ilusión de las masas de conquistar sus demandas mediante la utilización de los cauces institucionales y pacíficos. Esto fue posible únicamente porque fue producto de un acuerdo transversal de el conjunto de la clase política, desde la derecha fascista hasta el progresismo, de evitar un estallido social mayor y un posible derrumbe de la totalidad del régimen capitalista.

Las distintas facciones de la clase dominante optaron en su conjunto, y en conjunto, por el aplazamiento de la crisis del capitalismo mediante la presentación de programas reformistas que, más allá que se encuentren a la izquierda o a la derecha, todos ellos se mueven dentro de los marcos de la democracia burguesa y ninguno tiene como objetivo realizar los cambios estructurales necesarios por cuanto eso implicaría, para solucionar la crisis efectivamente, avanzar a la superación del capitalismo mismo y eso ninguna de las facciones burguesas lo tiene como su objetivo aunque algunos así lo expliciten desde la retórica y los discursos para la historia.

Faltando solamente cuatro meses para las elecciones presidenciales, las diferentes candidaturas tienen que hacer todo lo posible por superar la participación electoral que se ha dado hasta ahora y que no ha logrado superar el 50% del electorado esto para dotar de una mayor legitimidad al nuevo gobierno que tendrá la tarea de poner en marcha la nueva constitución como también para continuar con la domesticación del descontento social. Para ello no les queda otra vía que aumentar las expectativas, la ilusión en las masas con discursos encendidos, con promesas que saben de antemano que no podrán cumplir y con dibujar ese paraíso terrenal que las masas desean ver y escuchar. Eso sin duda será, nuevamente, jugar con fuego ya que ahora el pueblo sabe que se puede movilizar masivamente y reaprendió a utilizar la violencia popular como una herramienta efectiva.

La quietud y la domesticación momentánea del descontento no implica de modo alguno que ese descontento se haya desvanecido o que las causas que lo originaron hayan desaparecido simplemente significa que se ha aplazamos momentáneamente.

 

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