CHILE: LA LUCHA DE CLASES Y LOS NOMBRES DE FANTASÍA
La lucha política se divide entre la “izquierda”, el “centro” y la “derecha”. Así reza el santo rosario. El pueblo, ahora los ciudadanos, deben elegir cual de esos sectores los representa mejor siempre desde su posición individual como lo ha impuesto la política e ideología dominante y no desde una posición de clase.
En el caso de Chile, la lucha política, que también se divide en “izquierda”-“centro”-“derecha”, va un poco más lejos de ello y plantea que cada uno de estos sectores políticos constituye 1/3 cada uno. Así, por ejemplo, algunos denominaron a los gobiernos de la Concertación. Cuando el progresismo apunta a una unidad “amplia” lo que está diciendo es lograr la unidad entre el centro y la izquierda en la idea de una alianza “pluriclasista”.
Pero esta perspectiva para entender la lucha política no cuadra con la realidad. ¿Por qué?
¿Cómo es posible que existan tres sectores políticos (izquierda-centro-derecha) y partidos que se definan desde esa perspectiva si sólo existen dos clases sociales: burgueses y proletarios? Tres no encaja en dos o viceversa. ¿Será que la lucha política se debe a la lucha de clases que es lo fundamental para entender esa lucha política, esas contradicciones políticas como expresión de lucha antagónica de clases?
De lo anterior, y tomando ahora el contexto actual donde unos se visten de izquierdas con programas de derechas, y algunos de derechas se definen como socialdemócratas resulta difuso, ambiguo y da para todo.
¿Qué es lo que determina entonces la definición de un partido o un movimiento político?
En el contexto actual, y siempre ha sido así, un partido o un movimiento político no se define por la ubicación política (izquierda, centro, derecha) que se auto ubique sino por los intereses de clase que defienda y a que clase social se encuentra supeditado. Y desde esta perspectiva sólo existen dos posiciones viables:
*Defender a la clase capitalista burguesa explotadora y el conjunto de sus sistema, modelo y régimen a sabiendas que constituye una minoría social privilegiada opresora, dictatorial y asesina. Cooperar para que esta clase mantenga su poder, o,
**Defender a la clase proletaria explotada cuya finalidad es la conquistar su liberación como clase social oprimida, crear y tomarse el poder para construir una sociedad, una democracia y un Estado nuevo, socialista).
No existe una tercera posición, así como desde el punto de vista de las clases sociales tampoco existe la “clase media”.
¿Cómo interpretar entonces la realidad Chile y todo el resto de “realidades” en otras latitudes?
La realidad sólo se puede interpretar desde la perspectiva de clase, de la existencia de esas dos clases antagónicas y como desde dentro de ellas y entre ellas se desarrolla la lucha ideológica, la lucha política, la lucha económica, militar, social, etc y como mediante esa confrontación se van conformando los partidos y movimientos que se alinean en los dos únicos bandos posibles y existentes: el bando burgués y el bando proletario, o si es que se quiere, en el bando reaccionario o en el bando revolucionario.
En momentos electorales, donde la democracia burguesa formal se pretende vestir como una supuesta “democracia directa” con aquella ilusión de “un hombre un voto” donde pretende nuevamente hacernos creer que mediante el ejercicio del voto universal se produce una supuesta delegación del poder, se presentan diversas ofertas y ofertones dentro del mercado electoral todos teniendo detrás empresas publicitarias y estudios de marketing y todas, también bailando la misma música de seducir al electorado.
En diversos momentos el discurso de la “izquierda” o progresismo puede aparecer más o menos radical, en apariencias, y el de la “derecha” más o menos conservador o liberal. Lo importante es saber distinguir el contenido de clase que esconde cada uno y eso nos lo va a dar, no tan sólo la alianza política que los sustenta, sino su programa de gobierno.
El Progresismo (Izquierda) y sus alianzas pluriclasistas.
La Concertación ha pasado a la historia como la alianza más longeva que ha gobernado Chile y más aún si es que se le agrega los cuatro años de la Nueva Mayoría ya que fueron constituida ambas alianzas por casi los mismos partidos políticos. La explicación para ello es que, según ellos mismos, lograron unir al centro y a la izquierda y dar con programas y alianzas “pluriclasistas”. Si bien en ambas concurrieron sectores del pueblo, de los trabajadores, sectores medios y representantes de los poderes económicos, el programa tanto de la Concertación como de la Nueva Mayoría fueron programas pro capitalistas, es decir, se alinearon detrás de la clase dominante, de la burguesía. Por lo tanto, de pluriclasista nada.
Las contradicciones que hubo entre la Concertación / Nueva Mayoría y la alianza política derechamente oligárquica no fueron nunca antagónicas por cuanto no estaba en riesgo el modelo capitalista-neoliberal, sino que fueron contradicciones en torno a cuestiones formales, valóricas, pero jamás estructurales o estratégicas. Es por esto, que los gobiernos de la Concertación y de la Nueva Mayoría son vistos, por la propia derecha oligárquica como el período donde ellos, la oligarquía más ha ganado, y visto como la continuidad no sólo de lo obrado en la dictadura de Pinochet sino como continuidad del programa histórico de la clase dominante. Los ricos fueron cada vez ricos y los pobres cada vez más pobres en la medida que la concentración de la riqueza se fue incrementando y como también la expansión de la pobreza y de la extrema pobreza se fue dando.
Las elecciones en Chile.
Las propuestas programáticas de los progresismos
El Partido Comunista con Daniel Jadue ha levantado un programa socialdemócrata que no pretende la nacionalización o estatización de las empresas en manos privadas como tampoco su expropiación que sería lo lógico para alcanzar mayores grados de igualdad y arrebatarle el algo el poder casi infinito de la oligarquía. Pero eso no sucederá.
Su programa se inscribe en el discurso limitante del anti neoliberalismo (no son 30 pesos sino 30 años) donde se pretende barrer con el predominio del mercado, hacer de un Estado más interventor, todo dentro de una nueva constitución, pero todo dentro de una mejor administración del capitalismo. Es un intento de convencernos, al proletariado, que bajo este esquema es posible que TODOS GANEN y ya sabemos que cuando “todos” ganan es solamente la oligarquía la que puede festejar por tanta ganancia.
Desde el Frente Amplio, Gabriel Boric, bien siguen la misma lógica que el Partido Comunista, avanzan un poco más, hacia la derecha, e introducen un elemento que a primas vistas resulta atractivo, cual es, la distribución del poder.
Mañosamente, el Frente Amplio homologa “distribución” con “administración” siendo que no son equivalentes ni sinónimos y de paso entierra el objetivo histórico del proletariado, cual es, la creación de su propio poder y la toma del poder.
Plantean la incorporación de trabajadores a los directorios, reducir la desigualdad de la mujer (trabajadora) a un asunto de paridad (feminismo burgués) lo cual recuerda cuando los neoliberales en los 80s plantearon, en lo económico, el slogan del “capitalismo popular” y posteriormente la economía social de mercado. A esta incorporación y paridad es lo que llaman “distribución del poder”.
En estricto rigor, desde esta perspectiva, el poder no se distribuye, sino que pasa a ser “administrado” sin que la clase dominante pierda el PODER real, sino que le entrega ciertas herramientas (facultades, deberes, derechos: leyes) para que administren un poder que no les pertenecen y tengan la ilusión de haber llegado a la cúspide y en el mejor de los casos tener su foto a la entrada de la empresa bajo el rótulo de EMPLEADO DEL MES.
¿De qué sirve la “distribución del poder” en circunstancias que el capitalismo continuará siendo el capitalismo tal cual lo hemos conocido siempre? De nada. Las condiciones de vidas de las familias proletarias en nada cambiarán. Pensar al patrón, al burgués como un amigo es olvidar que son en verdad enemigos de clase.
En esta disyuntiva de esa “izquierda o progresismo rebelde” patalea la antigua Concertación que se resiste a dar paso a estas dos alianzas que son su reemplazo y continuación. Ellos se aferran a lo obrado antes en forma acrítica y con el orgullo de haber, según ellos, haber humanizado el neoliberalismo y perfeccionado el capitalismo, capitalismo que tanto el Partido Comunista y el Frente Amplio han renunciado en superar y que ahora se encaminan a humanizarlo en su versión socialdemócrata.
Con esto queda claro que los programas del Partido Comunista, de Frente Amplio y de la ex Concertación si bien se presentan bajo el rótulo de “izquierda” y “centro-izquierda” o “progresismo”, desde la perspectiva de clase se inscriben en el bando de la clase capitalista, de la clase dominante, por cuanto su proyecto estratégico no es conformar una fuerza anti capitalista sino ser parte del capitalismo y humanizarlo, por lo tanto, son una expresión más de fuerzas conservadoras, reaccionarias.
Al final de cuentas estas tres expresiones del progresismo, neoliberales a secas y menos neoliberales pero neoliberales al fin o humanizadores del capitalismo todos, se coordinarán y buscarán la “unidad amplia” que tanto han publicitado.
Gabriel Boric: “Unidad Constituyente no es lo mismo que la derecha”
El ámbito de la formación de una fuerza proletaria, revolucionaria, anti capitalista se encuentra vacío, desprovisto de propuesta y donde sólo existen expresiones mínimas que muchas de ellas por su debilidad ideológica se han ilusionado con el “avance” electoral y han corrido presurosamente a ser incorporados en el festín electorero, para ser parte del modelo y del Estado antes que el tren eleccionario los deje abajo. Se suben al tren por la izquierda y se bajan de el por la derecha.
De mantenerse ese vacío en el ámbito proletario, las masas seguirán cautivas de estos progresistas y mal llamados izquierdistas pensando que ellos, y sus propuestas, encarnan el cambio que se requiere sin darse cuenta que han renunciado a la revolución y que solamente avanzarán en el cambio de cadenas y grilletes pesados por unos más livianos.
Es por ello, la urgencia de salir al paso en la construcción de esa alternativa para despejar las dudas, barrer con la ilusión de la “izquierda”, “centro” y “derecha”, y volver a poner en el centro la contradicción esencial entre burgueses y proletarios donde es imposible que ambos caminen juntos de la mano como buenos hermanos.
Marx ha vuelto: 1. Burgueses y Proletarios
Las clases sociales Parte 1
Las clases sociales Parte 2