CHILE: LAS ELECCIONES DE MAYO ¿SUMISIÓN O INSUMISIÓN?

LAS ELECCIONES DE MAYO: UN ALTO EN LA CRISIS DEL CAPITALISMO SIN SALIDA VISIBLE

El 15 y 16 de mayo se realizarán las mega elecciones en Chile. Esta supone ser el inicio de la salida a la crisis institucional, definida así por la clase dominante, iniciada el 2011 y desatada desde octubre del 2019. Ante este escenario es pertinente señalar algunas cuestiones previas.

La crisis no es institucional sino del capitalismo. Es a la vez una crisis programática de la clase dominante que hoy no cuenta con una sola visión estratégica unificada, sino que se presentan dispersa (contradicciones al interior del bloque de poder).

Ante la crisis del capitalismo la clase dominante ha tenido siempre dos respuestas posibles.

La vía militar que es la destrucción de su propia democracia burguesa para “fundar” otra concepción política jurídica dentro de los marcos capitalistas y burgueses, ejemplo, golpe de estado 11 de septiembre de 1973. Exterminio del enemigo interno. La clase dominante cuenta con su política militar.

La vía política-institucional que consiste en centrar en la “defensa de la democracia y del Estado de derecho” la solución coaptando a sectores del pueblo hacia dentro de la institucionalidad abriendo procesos electorales y de reformas que no alteren sustantivamente el poder al cual se aferra. Sumisión del enemigo interno.

Ante la crisis actual, la ausencia de un programa unificado de la clase dominante o de la inexistencia al interior de ella de una facción hegemónica, no quiere decir que la clase dominante no cuente con una estrategia para mantenerse en el poder. En el contexto actual esa estrategia es suficiente al reducirla a la aplicación de la fuerza militar contra el descontento como de una política gatopardista. El cómo administrar, perfeccionar y consolidar el capitalismo en esta nueva etapa se irá viendo en el camino en la medida que vaya apareciendo una facción o propuesta hegemónica en su interior.

El descontento social no siempre refleja una crisis terminal del capitalismo

Ante esta crisis del capitalismo y de la irrupción del protagonismo masivo y a nivel nacional de las masas cabe señalar que.

Con toda la crisis reflejada en el estallido social y profundizado por la crisis del Covid, los grandes grupos económicos han aumentado sus ganancias en un 70% y los precios de la canasta básica han continuado su alza de precios como si se viviera en condiciones normales. Las leyes del mercado han seguido operando a sus anchas.

La clase dominante ha logrado imponer la lógica ideológica neoliberal del individualismo al hacer que la crisis la paguen los trabajadores con sus propios recursos (retiro de los fondos de pensiones y del fondo de cesantía) presentándolo como una gran conquista de la clase trabajadora y de la izquierda en un discurso anti AFP, anti empresarial que no tiene.

Desde las políticas del estado, tanto desde la izquierda progresitas hasta la derecha fascista han enfrentado la crisis mediante el otorgamiento de bonos, aportes y préstamos estatales que más allá de los montos que se entregan, que no es el problema, es la continuación de lo aplicado durante 30 años, cual es, el subsidio a la pobreza, a la miseria que no es sacar efectivamente a las masas de la pobreza y miseria. A ello a cooperado la izquierda reformista y ha bailado al ritmo de los intereses de la clase dominante.

Estas políticas “sociales” sumado al cronograma electoral y político-institucional derivado del Acuerdo Nacional de noviembre del 2019, no tienen otro objetivo de mantener las cosas como están, reformar algunos aspectos sin alterar los 11 pilares que sustentan el neoliberalismo y revalidar el capitalismo ante y desde el interior de las masas de la mano de la izquierda sumisa, de la izquierda sin dientes.

El retraso de la izquierda insumisa

Curiosamente la izquierda insumisa históricamente en Chile ha llegado tarde ante las explosiones sociales y ha realizado una lucha casi testimonial sin contar en esos períodos con una dirección revolucionaria, con un partidos y ejército revolucionario, ni tampoco con la construcción de un frente único. La izquierda insumisa ha enfrentado estos períodos de gran protagonismo popular como ha podido que ha sido insuficiente.

Esto fue lo que ocurrió durante el período de la Unidad Popular, durante la dictadura militar-burguesa y durante el estallido social del 2019. El pueblo se puso a disposición de lucha popular, se presentó en toda su dimensión posible pero no encontró la dirección revolucionaria necesaria y fue absorbido por las posiciones entreguistas y sistémicas pro capitalistas al interior de la izquierda. La historia se repite tanto en las estrategias de la clase dominante como en las falencias de la izquierda insumisa.

Así, nuevamente la izquierda insumisa no cuenta con una estrategia revolucionaria de poder, ni con una táctica para el período como tampoco con un programa y plataforma de lucha.

Ante las elecciones que se vienen

Ante la ausencia programática popular y revolucionaria, y ante la ausencia de un camino creíble ante las masas de estas características, las masas se encuentran solas ante el calendario político-electoral y abandonado a su suerte. La participación de las masas es estos eventos, que constituye la única salida ante sus problemas sociales en contacto directo, no es condenable sino comprensible. ¿Qué otra alternativa tiene las masas desideologizadas y despolitizdas?

Propiciar la salida burguesa, atenuar la agudización de la lucha de clases desde los partidos y movimientos de izquierda eso sí es condenable porque son esas estructuras que, contando con la ideología, la teoría y el conocimiento necesario no han puesto esos elementos en función de la revolución de las masas sino en relación a la sumisión de las masas.

Lo condenable es que, ante esta coyuntura política-electoral, la izquierda insumisa no se presente ante las masas con un discurso y propuesta alternativa nacional y popular, no electoral y que torpedee la salida burguesa a la crisis, sino que simplemente esté ausente.

Posibles escenarios pos electorales.

Escenario 1

Ante la proliferación de listas a la Convención Constituyente, 188 en total, cabe la posibilidad que la composición de dicha convención no sea muy diferente que el actual parlamento, es decir, donde la derecha fascista concentra una porción suficiente para frenar cualquier cambio y donde la derecha progresista-liberal de divide entre la antigua Concertación que será la mayoritaria y el resto para la neo socialdemocracia representada en el Frente Amplio y Partido Comunista. La inclusión de dirigentes provenientes de los movimientos sociales puede ser marginal y simbólico. En este contexto los cambios estructurales clamados por las masas serán inviables.

Escenario 2

El progresismo y los movimientos sociales irrumpen con fuerza y la derecha fascista no logra obtener el tercio necesario para bloquear los cambios.

Si esa mayoría se concentra en los partidos y movimientos ligados y provenientes de la Concertación y Nueva Mayoría se impondrá la lógica de “los cambios en la medida de lo posible” porque representan los intereses de la clase dominante. Los cambios estructurales no serán posibles sino sólo reformas.

Si la mayoría de esa mayoría progresista proviene de los movimientos sociales habrá que ver si esa mayoría movimientista está ligada a la antigua Concertación y Nueva Mayoría o a una visión popular más radical. Si es lo primero el capitalismo se podrá teñir de rosado sin que el capitalismo-neoliberalismo deje de serlo. Es como cuando AMLO decretó el fin del neoliberalismo de un día para otro solamente porque el asumió la presidencia.

La participación electoral será similar al plebiscito de Octubre (Apruebo y Rechazo) que alcanzó al 49% del total de inscritos, lo cual es insuficiente considerando que en ese momento se votaba por la posibilidad de instalar una convención constitucional que redactara una nueva constitución, es decir, la salida burguesa no logró acarrear una mayoría considerable y estable. Este porcentaje de participación y lo obtenido por el Apruebo 80% y Rechazo 20% posiblemente no se repita porque la opción fue binaria: Nuevo versus Antiguo. En el caso de las elecciones de mayo no hay dos opciones sino 188. Las propuestas se hacen mucho más difusas y se diluyen. Se ven a todos iguales.

Posiblemente haya un 50% del electorado que no concurra a votar. El espectáculo que ha dado la clase política no hace que la masa se sienta convocada a participar en un espacio que ella sabe que es corrupto.

La dispersión de las fuerzas progresistas-liberales

A fin de año, serán las elecciones parlamentarias y presidenciales. La dispersión del progresismo en la convención constitucional se repetirá en este nuevo escenario político-electoral presentándose con tres o más candidatos presidenciales y la derecha fascista sólo con uno. Esta dispersión, y ante la segunda vuelta, el próximo presidente tiene altas posibilidades de ser nuevamente de derecha.

CON O SIN ELECCIONES LA LUCHA DE CLASES CONTINÚA O UNA SOLA CHISPA PUEDE ENCENDER LA PRADERA

Con todo lo anterior, el descontento continuará acumulándose y ante esta acumulación cabe resguardarse de un posible mecanicismo en la lectura de la realidad.

Los altos grados de miseria o de descontento (condiciones objetivas) no siempre se traducen en procesos revolucionarios ni tampoco dice relación con la revolución este a la vuelta de la esquina.

Existen países, sociedades que albergan a 40%, 50% o más de la población sumidos en la pobreza y sin embargo el capitalismo sigue su curso, coexisten con explosiones sociales y sin embargo en esos lugares no se ha abierto un proceso revolucionario, sino que la paz burguesa-capitalista sigue imponiéndose. Esto quiere decir que el factor subjetivo de las masas, el factor conciencia está retrasado.

Para que el factor conciencia avance, se supere el estado actual de inconciencia de clase, para que se pueda convertir los estallidos sociales y la crisis sucesivas del capitalismo en un proceso popular genuino, en revolución se requiere que la izquierda insumisa salga de su retardo y se ponga al día con la construcción de la dirección revolucionaria con todos los derivados, impregne al pueblo y a las masas de la ideología revolucionaria y que sea un factor potente en la agudización necesaria de la lucha de clases. Se debe predisponer a ser la chispa que encienda la pradera y no solamente un actor más dentro de la lucha de clases.

De no dar este salto, verá nuevamente como se suceden los estallidos sociales, cómo el pueblo se comporta ejemplarmente y cómo la historia pasa por el costado sin tener, ella, la izquierda insumisa la menor incidencia. Las masas no hacen la revolución por sí solas y en forma espontánea. La dirección revolucionaria es necesaria.

 

 

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