CHILE: POR UNA AGRUPACIÓN DE FAMILIARES VÍCTIMAS DEL COVID-19
(UNA PROPUESTA)
Ha pasado más de un año desde que comenzó la pandemia, la cuarentena y la militarización de la salud pública con su represión económica contra la clase trabajadora. En medio de esta nueva faceta de la crisis del capitalismo a nivel internacional, las naciones neocolonializadas, sus pueblos y su clase trabajadora, se han llevado la peor parte.
Gran parte de los gobiernos de América Latina adscriben al neoliberalismo, a la defensa de los intereses oligárquicos e imperialistas. Estos perciben los derechos sociales, entre los cuales está el derecho a la salud, como un negocio y una oportunidad para el lucro precarizando la salud pública y beneficiando la industria de la salud privada. Lo anterior redunda en una baja inversión en la salud pública que ante la catástrofe que supone una pandemia, los trabajadores cuentan con escasos recursos para cubrir todas las necesidades. Desde esta perspectiva la consigna que el que muere es porque le llegó su hora no sólo constituye el más claro desprecio por la vida como también es la más clara declaración de una limpieza social similar a la limpieza étnica de antaño.
En esta pandemia, la clase dominante ha encontrado la oportunidad precisa para profundizar el control social, el amedrentamiento a la población con patrullaje armado en las calles, como para profundizar el neoliberalismo que sin la cuarentena y pandemia le hubiese sido mucho más difícil de imponer. La pandemia ha logrado neutralizar la protesta social que ya antes de la pandemia hacia agua.
A pesar de lo anterior, los grupos económicos continuaron con sus ganancias, sin contar con las millonarias ganancias de la industria de la salud privada y farmacéutica, y los precios de los alimentos continuó con su alza en la misma medida que la pobreza aumentó junto con la cesantía. El Estado dejó hacer. Dejó que “la mano invisible del mercado y sus leyes” operaran, que la ley del más fuerte se impusiera y que el más débil pasara a mejor vida. “Así es la vida”, dirán.
Pero no sólo la salud física, y la muerte, es lo que ha causado esta pandemia también un deterioro enorme de la salud mental. La violencia en los hogares ha aumentado y con ello la violencia doméstica, de género, contra la mujer especialmente, y mayoritariamente en el proletariado.
Ante esta situación, y ante la ineptitud de los gobiernos y Estados neoliberales, lo que correspondería es la formación de Agrupaciones de Familiares Víctimas del Covid-19 que pidan VERDAD (transparencia de las políticas públicas aplicadas y de aquellas que no se aplicaron y que debieron ser aplicadas), JUSTICIA por la renuncia de los gobiernos y Estados a la seguridad social y salud pública que se ha traducido en la muerte de personas, endeudamiento, aumento de la pobreza y deterioro de la salud mental. REPARACIÓN, al igual que en los casos de los crímenes contra la humanidad cometidos durante las dictaduras militares-burguesas, en este caso el Estado también tiene el deber de reparación del tremendo daño causado.
Pero, lo anterior de nada serviría sin el necesario JUICIO Y CASTIGO ¡NO A LA IMPUNIDAD! contra los culpables de este verdadero drama social que no terminará cuando se termine la pandemia, si es que termina alguna vez, sino que perdurará por años y quizás décadas sus consecuencias.
Ya es tiempo que los malos gobiernos oligárquicos-burgueses, los Estados Neocoloniales, se hagan responsables de sus políticas genocidas, de su enriquecimiento ilícito, y de la dictadura que han impuesto hace siglos. Si bien los tribunales de justicia están también al servicio de la clase dominante, la bandera de Verdad, Justicia, Reparación, Juicio y Castigo se debe levantar desde abajo y hacia la izquierda y siempre desde una perspectiva revolucionaria. Habrá que comenzar a construir esta nueva agrupación de familiares. ¿Quién se apunta?