EL PROBLEMA NO ERA EVO. UN GOLPE DE ESTADO EN MARCHA
¿REFORMA O REVOLUCIÓN?
Nuevamente, Bolivia vuelve a ser noticia.
Apresada la golpista y asesina, Jeanine Áñez, y sus secuaces, por el golpe de estado contra Evo Morales, presidente legítimamente electo, la oligarquía y el imperialismo se han eloquecido. Pero su desquicio viene del pasado inmediato.
Si con el Ministerio de Colonias fraguaron un falso fraude electoral contra Evo Morales para derrocarlo, el porcentaje que obtuvo Evo fue el mismo que obtuvo el nuevo presidente de Bolivia de la mano del MAS pero esta vez la oligarquía no tuvo otra alternativa que reconocer el triunfo masista, Luis Arce, por lo arrollador y aplastante que fue.
Como no pudieron frenar el triunfo del pueblo boliviano, por esa vía, ahora han convertida a la procesada Añez en víctima de una persecución inexistente y que sólo la aplicación de los códigos de justicia propios contra una sediciosa y golpista.
Los partidarios y defensores de los intereses oligárquicos y del fascismo cruceños se han volcado a las calles con violentas protestas agrediendo al ex presidente Evo Morales. El problema nunca fue Evo sino que el problema es el indio, el obrero, el proletariado organizado y movilizado. Son los pobres del campo y de la ciudad ahora visibilizados y nunca más en silencio. El problema también es que el imperialismo y la oligarquía boliviana quieren retrotraer el tiempo a antes que Evo triunfara allá hace 14 años atrás.
Pero también es problema es otro y mucho más de fondo.
Si bien todo proceso popular nacido en las urnas puede servir como fuente de aprendizaje y avance para el proletariado y para los pueblos, siempre está el riesgo que la oligarquía cree nuevas y múltiples herramientas para dar rienda suelta a su creatividad asesina, al golpismo, a la sedición y a la intervención militar extranjera eso porque aun cuando se haya alcanzado el poder político, la oligarquía sigue vivita y coleando, con su poder casi intacto, no vencida sino a la ofensiva.
El problema con estos procesos populares es que cuando las oligarquías, después de haber recibido los primeros golpes al mentón vuelve a despertar y recuperar la ofensiva, la dirección de ese proceso popular se deben plantear la siguiente disyuntiva: ¿cómo transformar el proceso popular en una revolución proletaria? Para enfrentar derechamente y de frente a la oligarquía, y por lo tanto, al imperialismo cosa de conseguir una derrota definitiva.
La respuesta sugerente es que para ello se deben transformar esos movimientos políticos de masas, esa dirección política popular, en partido revolucionario y en dirección revolucionaria. Ya no sirve, quizás, solamemnte recuperar los recursos naturales, cambiar la constitución, otorgar más derechos a quienes antes no lo tenían si es que eso se da aun dentro de los márgenes del capitalismo, aun cuando sea más distributivo, y dentro de un Estado también burgués y con la oligarquía intacta y ahí no cabe otra vía que volver a los clásicos y comprender la importancia de la dictadura del proletariado con todo lo que ello implica.
De no avanzar en transformar el proceso popular en una revolución proletaria, el destino del proceso boliviano bien puede tener el mismo destino que el gobierno de la Unidad Popular en Chile o lo que sucede en Venezuela donde la guerra económica, el inejerencismo imperialista no sólo ha tenido en Guadió a un sedicioso autoproclamado sino que antes tuvo a Capriles, López, Machado y vendrán otros más y otras guarimbas y quizás una aventura militar.
Lo trágico y vergonzoso de este golpe de estado en marcha, el segundo golpe de estado, es que en ambos ha injerencia de Chile ha estado presente. Si en el caso de Venezuela, Michelle Bachelet impulsó la formación del Grupo-mafia de Lima como un instrumento para la intervención (hay que ver los integrantes) donde el canciller Heraldo Muñoz tuvo una labor destacada junto a su compinche Luis Almagro desde la OEA, si a ello Bachelet le agregó informes de derechos humanos del todo tendenciosos, ahora Bachelet se lanza en la defensa de Añez. Como es de suponer, la estrategia del imperialismo y de la oligarquía no es apresurada e improvisada. Todas las redes, hilos y títeres se encuentran bailando al son de los tambores del golpe en curso, de la guerra y del nuevo genocidio que ya están anunciando.
Quizás, el gobierno masista y el pueblo puedan desactivar este nuevo golpe de estado, momentáneamente, pero más adelante aparecerán otra, otra ofensiva hasta lograrlo, porque la oligarquía está ahí, vivita y coleando.