ELECCIONES EN CHILE: FASCISMO, PROGRESISMO Y LUCHA DE CLASES

ELECCIONES EN CHILE: FASCISMO, PROGRESISMO Y LUCHA DE CLASES

“Y el voto individual, como se sabe, no es un ejercicio de soberanía, sino un acto de pulverización suicida de la voluntad colectiva de la comunidad y del pueblo: es decir, es un flagrante atentado contra la soberanía verdadera (que es una voluntad  colectiva surgida del seno de una comunidad deliberante consigo misma). El voto individual, además, está legalizando (no legitimado) el “simulacro representativo” que realizan hoy los partidos políticos en un Estado “vaciado” de contenidos esenciales, razón por la que están siendo radicalmente repudiados (98% de rechazo ciudadano). El electoralismo centrado en el voto individual desintegra a la “comunidad” como sujeto político. Los juegos hermenéuticos que rodean la estadística electoral no son, en sí, política de soberanía sino manipulación de números. El arte fascista de dirigir las “masas”…En suma, en el plano propiamente político no ha habido ni hay devolución de poder, ya que siguen primaron como antaño, las prácticas de anonadación del ciudadano real, por parte de la clase política civil y del Estado, para usurpar su soberanía, pues, pese  a toda la aparente dispersión y devolución de poderes, el Estado actual sigue centralizado, en el aparato digestivo de la clase política, la política convencional…”

Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia

“Historia del Municipio y la soberanía comunal en Chile, 1820-2016

La rearticulación del fascismo

Después que en el plebiscito Apruebo / Rechazo, donde votó el 50%, la postura de la derecha fascista o ultraderecha quedó con un escuálido 20% del Rechazo mientras quienes optaron por aprobar el inicio de redacción de una nueva constitución, Apruebo, alcanzara el 80% y luego que en la elección de la Convención Constitucional, donde votó el 41%, la derecha no alcanzara el 1/3 necesario para constituirse en un poder de veto a la redacción de cada articulo y su rol cuasi marginal dentro de la Convención, la derecha resurge en las elecciones presidenciales, de diputados y de senadores llegando en primer lugar en primera vuelta y obteniendo la mitad de los senadores y algo similar en la cámara de diputados.

El origen de este poder que aun mantiene la derecha se remonta a los inicios de la negociación de la transición pactada a la democracia, y que vino posterior al Plebiscito de 1988 (Sí versus NO) donde la oposición burguesa a Pinochet cedió en cuestiones fundamentales y donde esta asumió el modelo pinochetista neoliberal como propio y con ello toda la institucionalidad impuesta en dictadura.

Cabe recordar que al término de la dictadura de Pinochet se realizó el plebiscito del Sí /No en 1988 donde el universo electoral era de 7 435 913 y donde la ultraderecha (continuidad de Pinochet) obtuvo 3 119 110 equivalente al 44% y donde la opción NO (contraria a Pinochet y por la transición a la democracia) obtuvo 3 967 569 equivalente al 55% aproximadamente. La oposición a Pinochet adujo que el alto nivel de apoyo a la opción de la dictadura (44%) se debió al terror y al contexto dictatorial donde se realizó el plebiscito pero las sucesivas elecciones hasta hoy, 2021, sólo han reflejado que ese “poder electoral” fascista se ha consolidado a lo largo del tiempo debido, como se dijo antes, a la renovación de la izquierda, a la renuncia de su contenido de clase, popular y revolucionario, a asumir el electoralismo como el eje principal y a su inclusión a la “revolución” neoliberal.

La Concertación desactivó la movilización popular y desarticuló el movimiento popular nacida en dictadura imponiendo la “democracia de los acuerdos”, “la justicia en la medida de lo posible”, la criminalización de los movimientos sociales, la lucha antisubversiva y el asumir la globalización y los tratados de libre comercio (inserción de Chile en el mundo) como algunos de sus ejes programáticos.

La estrategia de la democracia de los acuerdos, la permanente negociación de la Concertación con la derecha fue el elemento que aparte de fortalecer la “obra” de la dictadura fue el elemento esencial que permitió lavarle el rostro a la derecha ensangrentada, dotarla de un ropaje democrático del cual carece y validarla como interlocutor ante el pueblo y/o ciudadanía. Esta política ayudó a dotar a la derecha de una larga vida y a su fortalecimiento que llevó posteriormente a la casi derrota de Ricardo Lagos frente a Joaquín Lavín en las elecciones de 1999 donde Lagos obtiene el 51,3% y Joaquín Lavín representante de la derecha fascista el 48,7%. Esto a sólo 10 años de iniciada la transición a la democracia.

Fue esta misma política lo que llevó al fortalecimiento y profundización del neoliberalismo bajo los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos, y Bachelet 1 y 2 todos de la Concertación y que permitió que Sebastián Piñera fuera presidente en 2 ocasiones.

La posibilidad cierta que José Antonio Kast representante del Partido Republicano y candidato del Frente Social Cristiano alianza política integrada por partidos y movimientos neonazis y de ultraderecha es sólo la consecuencia lógica de la actitud bondadosa que ha tenido el progresismo tanto en el discurso político como programático con la derecha fascista y pinochetista desde 1990 hasta hoy.

El progresismo fue incapaz y no quiso barrer con las bases del modelo de sociedad heredado de la dictadura, se acomodó a él y le quedó gustando. Esto permitió la sobrevivencia de esta derecha que ahora en su versión más extrema está a punto de hacerse del poder político.

De nada sirve que ahora desde la candidatura de Boric hacia el conjunto del progresismo se llame a la unidad más amplia para frenar o combatir el fascismo. No es creíble, y no es creíble porque lejos de combatirlo en su momento lo fortalecieron mediante la democracia de los acuerdos y mediante sus políticas de gobierno. Es el progresismo el principal responsable que ahora la derecha fascista se haya fortalecido y no otros. Tanto el progresismo como la ultraderecha han sido los defensores de los intereses oligárquicos y si la Concertación pudo gobernar Chile, también como Nueva Mayoría, fue porque la oligarquía y el imperialismo vieron en esas alianzas a las únicas que le sirvieron para sus propósitos cuyo objetivo central fue disminuir al máximo la intervención y rol del Estado para abrir de par en par la economía chilena y profundizar el extractivismo, su relación con el capital transnacional y la dependencia aun mayor de Chile en relación a los centros imperiales todo desde las políticas y cálculos geopolíticos.

El agotamiento propio de la Concertación como alianza pro capitalista eficiente, su pérdida de apoyo electoral y social, su constante desgarramiento llevó a que la oligarquía buscara una alianza de reemplazo que cumpliera el mismo rol que de la Concertación. Es por esa razón que Sebastián Piñera pudo se electo en dos oportunidades en desmedro de los proyectos progresistas que enfrentaron a Piñera en ambas elecciones.Pero lo que los oligarcas e imperialistas no contaban fue precisamente la irrupción de la indignación popular a lo largo y ancho del país, la masividad de la protesta y el ejercicio de la violencia popular desde las formas más sencillas hasta las más complejas ejercidas por las masas autoconvocadas y bajo su propia conducción.

El estallido social fue la rebelión contra el conjunto del modelo impuesto y acordado tanto por la derecha fascista como por las fuerzas progresistas de la Concertación, esencialmente, donde la izquierda reformista no parlamentaria de la época actuó como comparsa y donde sólo tuvo la capacidad de ejercer una “oposición crítica” a los sucesivos gobiernos concertacionistas. Esto configuró con el tiempo tanto el “partido del orden” como la clase política ambas vistas por el pueblo como sus más encarnizados enemigos donde ambos se mostraban a cada rato como coludidos y defensores de los poderes económicos.

El agotamiento de las alianzas políticas tradicionales que gobernaron la transición dio paso a nuevas expresiones de “renovación” de la misma clase política tanto en la derecha fascista como en el progresismo. Si desde la derecha fascista nació el partido Evolución Política, Evopoli, como una forma de renovación, como expresiones de lo que se conoce como la “derecha social” o liberal desde el progresismo apareció el Frente Amplio que en su mayoría está compuesto por la militancia joven de los partidos de la Concertación y que cargan sobre sus hombros las mismas prácticas corruptas de la polítIca, los mismos marcos ideológicos  gastados de la socialdemocracia y la misma forma de encarar la relación con el Estado y los recursos que este dispone. A pronto andar el Frente Amplio pasó a ser visto como parte de la clase polítIca más aun si en pleno estallido social su líder icónico, Gabriel Boric, fue el artífice del Acuerdo Nacional por la Paz que congregó en su firma desde la derecha fascista hasta el progresismo todo con la finalidad el derrumbe completo del régimen, modelo y sistema y con ello el conjunto de la clase política y el gobierno de Piñera.

Fue el mismo progresismo tanto en su versión del Frente Amplio y ex Nueva Mayoría los que durante el estallido social aprobaron todas las leyes represivas impulsadas por Piñera y fue el mismo progresismo el que le aprobó a Piñera todas las leyes económicas y laborales represivas durante la pandemia-cuarentena que derivó en el despido de millones de trabajadores. Fue el progresismo precisamente que para salvar al modelo de un nuevo estallido social durante la cuarentena el que impulsó los sucesivos retiros del 10% de las AFP y la entrega de los IFE como una forma de palear el descontento y permitir que Piñera terminara su mandato. Ante esta actitud cabe la pregunta, ¿por qué entonces los pueblos y los trabajadores deberían concurrir a votar por Boric si ha defendido el modelo de la misma forma que el conjunto de la clase política y que el partido del orden? ¿es creíble el anti fascismo tardío que ahora levanta el conjunto del progresismo? Claramente no.

Uno de los hitos desesperados por parte del progresismo de diferenciarse con la derecha fascista durante las elecciones fue la acusación constitucional contra Piñera. La puesta en escena llevado a cabo en la cámara de diputados fue el intento para erigirse como los defensores de los intereses populares contra los abusos del poder económico. Sabían a la perfección que la acusación no tendría el efecto deseado, cual era el derrocamiento de Piñera, por no contar con los votos suficientes en el senado. Si no tuvieron la voluntad de derrocar a Piñera por el genocidio y crímenes contra la humanidad durante el estallido social, si concurrieron a su salvataje al firmar el Acuerdo Nacional del 15 de noviembre del 2019, entonces, esta acusación era en nada creíble. 

Las razones del estancamiento

Aparte de los elementos anteriores existen otros que pudieran explicar el estancamiento del progresismo.

Las fuerzas políticas que componen el Frente Amplio, que es parte de la alianza política Apruebo Dignidad compuesta también por el Partido Comunista, se construyeron esencialmente en el campo universitario, es decir, en las capas medias, en los sectores medios aspiracionales, o pequeño-burgueses. Es una izquierda de capa media, universitaria, arribista, aspiracional.

Este es uno de los elementos de la fortaleza del Frente Amplio en la Región Metropolitana donde Boric supera a Kast región que cuenta con una mayor cantidad de matricula universitaria y de centros de educación superior en comparación con el resto de las regiones del país.

Al ser una izquierda pequeño-burguesa / de capa media, el Frente Amplio no se construye en los sectores poblacionales, de pobladores o en los sectores más pobres y más golpeados por el neoliberalismo. Estos sectores no se sienten representados por el discurso frenteamplista, por esos partidos y militantes que se ven y se presentan como de “otra clase social” ajeno a los territorios, y a la realidad poblacional. Son los sectores populares que en su mayoría no votan, que se abstienen de votar por cuanto la “democracia” y sus “bondades” no llegan a los territorios siendo estos tierra de nadie y donde se han construido las zonas de sacrificio y donde la pobreza, la marginación, el narcotráfico, la mala calidad de educación y de vida constituyen algunas de las principales características. Es donde la lucha de clases se muestra con mucho más crudeza. Han sido estos sectores populares los grandes olvidados por los gobiernos de la Concertación (antiguo progresismo) y que no se encuentran representados en el neoprogresismo representado por el Frente Amplio.

Otro elemento que se desprende de lo anterior tiene que ver con la ideología que encarna el Frente Amplio. Como todo movimiento progresista, en cualquier parte del mundo, el Frente Amplio no busca la agudización de la lucha de clases, no tiene la lucha de clases como el centro de su armado ideológico y por lo tanto no construye desde allí su discurso y quehacer político por lo tanto no busca la toma del poder, la superación del capitalismo, la revolución ni menos el socialismo. No persigue constituirse en una fuerza popular-revolucionaria, clasista sino que en una fuerza democrática-progresista de mayorías.

Reemplaza la lucha de clases por la conciliación de clases, por el colaboracionismo de clases donde el respeto al Estado de derecho, a la legalidad burguesa, a la constitución burguesa vigente, o la que venga, y el juego parlamentario-electoralista constituyen algunos de los elementos. Desde allí su opción política no es la representación de los sectores populares en contraposición a los sectores burgueses o de la clase dominante sino de los sectores medios donde la humanización del capitalismo mediante el reformismo y la distribución del poder constituyen los ejes de su discurso.

Si la derecha o ultraderecha no se ha movido de sus marcos ideológicos históricos, reaccionarios, la izquierda ha ido renunciando históricamente a los elementos esenciales que dieron origen a los primeros partidos obreros nacidos a inicios del siglo XX. La renuncia llevó a la transformación de estos partidos obreros, clasistas en partidos reformistas, con un marxismo-leninismo deformado para dar paso a los procesos de renovación socialista que supuso el asumir la socialdemocracia como propia para luego del derrumbe del campo socialista el asumir el progresismo y la nueva socialdemocracia como el eje constructor actual.

Ese proceso de derechización extrema de los partidos de izquierda llevó también a un cambio programático profundo donde comenzaron a asumir el mercado, y sus leyes, como parte del programa progresista, su relación con los poderes económicos, el asumir la globalización como propia y su nueva relación con el imperialismo y el capital transnacional.

Todo esto produjo un abandono de los sectores populares, la ausencia de estos sectores como lo central en la construcción orgánica, ideológica y política dejando esos sectores a la derecha fascista que precisamente por su carácter fascista entró a coaptar a un sector importante de sectores populares que históricamente fueron de izquierda y que ahora abandonados se sienten más representados por la derecha que desde su discurso del miedo y del terror los hace presa fácil. El crecimiento de la derecha / ultraderecha es consecuencia lógica del proceso traidor del progresismo y de su incorporación al discurso reaccionario neoliberal/capitalista.

Elementos del resultado electoral.

El universo electoral total lo componen 15.030.973 votantes. Ese es el 100%. De este total la participación electoral en la elección presidencial del 21 de noviembre de 2021 alcanzó al 47.34% equivalente a 7.115.590 electores.

De estos 7.115.590 (47.34%) el candidato de la ultraderecha José Antonio Kast obtuvo 1.961.122 equivalente al 27.91% y en el caso del candidato progresista Gabriel Boric obtuvo 1.814.809 equivalente al 25.83%. Si tomamos los votos obtenidos por ambos candidatos en relación al universo total de electores ambos candidatos obtuvieron votos equivalentes al 6.6% aproximadamente.

De las 16 regiones que componen Chile, el candidato de la ultraderecha Kast superó a Boric en 10 regiones.

Para recordar

Gabriel Boric fue electo candidato como candidato de la izquierda mediante una primaria donde compitió con el candidato del Partido Comunista, Daniel Jadue donde el comunista obtuvo 700.000 y Boric 1 millón de votos. El piso desde donde partía Boric en esta primera vuelta eran 1.700.000 sumando a todos los participantes en la primaria. En esta primera vuelta Boric sólo aumentó su votación en 114.809 votos lo cual refleja una fuerte estancamiento de la votación de Boric.

El resultado en la composición del senado refleja esta realidad antes descrita.

En el senado

La derecha/ultraderecha compuesta Frente Social Cristiano (alianza de Kast) obtuvo 1 senador equivalente al 2%. Chile Podemos Más (alianza del candidato Sebastián Sichel, compuesto por UDI, RN, Evopoli, Pri) obtuvo 24 senadores equivalente al 48%. Lo cual le da a la derecha 25 senadores prácticamente la mitad del senado. La derecha se queda con la mayoría del senado.

El progresismo obtuvo 18 senadores pertenecientes a Nuevo Pacto Social (ex Concertación) y 5 senadores de Apruebo Dignidad (Frente Amplio + Partido Comunista) que da un total de 23 senadores. A esto se suman 2 independientes.

En la cámara de diputados

La ultraderecha/ derecha obtuvo los siguientes resultados:

El Frente Social Cristiano (alianza de José Antonio Kast) obtuvo 15 diputados equivalente a 9,7%. Chile Podemos Más (alanza del candidato presidencial Sebastián Sichel) obtuvo 53 diputados equivalente al 34,2%. Partido de la Gente (partido del candidato Franco Parisi) obtuvo 6 diputados equivalente al 3,9%. En total la derecha/ultraderecha obtuvo 73 diputados.

 El progresismo obtuvo 37 diputados equivalente al 23,9% pertenecientes a la alianza Nuevo Pacto Social (ex Concertación y alianza de la candidata Yasna Provoste). Apruebo Dignidad (alianza de Gabriel Boric) obtuvo 37 diputados equivalente al 23,9%. Partido Ecologista Verde 2 diputados equivalente al 1,3%. Dignidad Ahora (alianza entre el Partido Humanista y Partido Igualdad) 3 diputados equivalente a 1,9%. En total el progresismo obtuvo 79 diputados.

Pero el desastre y retroceso del progresismo es mayor.

Avance arrollador de la derecha fascista en la elección de Consejeros Regionales, CORES.

Según consta en una nota de prensa de Radio Cooperativa se señala que:

“Con el 99,97 por ciento de los votos escrutados, las listas de Chile Vamos se posicionan como las con más votación en la elección de Consejeros Regionales (cores), claves para decidir el financiamiento de los gobiernos locales”. 

“Los pactos del oficialismo estarían, hasta el momento, alcanzando a obtener 110 consejeros a lo largo del país”. 

“A ellos les seguirían la listas de Unidad Constituyente con 42 consejeros; de Democracia Ciudadana (DC) con 36; Frente Amplio con 25; Por un Chile Digno (IND-PC) con 24, y Partido de la Gente con 22”. 

“Más atrás quedan el Partido Republicano con 15, los pactos de Cambio Radical Progresista (PR-IND) con 12; los Regionalistas Verdes con 7; además de Ecologistas e Independientes con 6 consejeros, y otros independientes con 3 puestos”. 

Si a los 110 consejeros regionales de Chile Vamos se le suma los 22 del Partido de la Gente y los 15 del Partido Republicano, entonces, tenemos que el conjunto de la ultraderecha suma 147 consejeros regionales y donde el progresismo suma 152.

El Partido de la Gente, otro outsider desde la ultraderecha.

Si ya el candidato outsider principal, José Antonio Kast y su Partido Republicano, dio que hablar por el porcentaje obtenido, el otro outsider, también de la ultraderecha, Franco Parisi y su Partido de la Gente dio también que hablar al obtener algo más del 13% superando a los progresistas Yasna Provoste y Marco Enríquez-Ominami y al candidato oficial y oficialista de la derecha fascista Sebastián Sichel.

Parisi no sólo obtuvo un buen porcentaje en su calidad de candidato presidencial considerando que no hizo campaña en suelo chileno sino desde Alabama, Estados Unidos sino que arrasó en las regiones del norte consiguiendo un promedio de 30% de apoyo y obtuvo diputados (6) y consejeros regionales (22) siendo esta la primera elección, elección de debut del Partido de la Gente.

Lo increíble del caso es que ante la desesperación de Gabriel Boric y del progresismo de perder la elección presidencial, Boric no dudó en llamar al electorado del Partido de la Gente a que voten por él, en otras palabras el progresismo se lanza a la conquista de los votos e inclusión de algunos aspectos programáticos de este representante de la ultraderecha.

Pero un fenómeno como este no es nuevo en la política chilena reciente.

Fue al inicio de la transición, 1990, que el empresario Francisco Javier Errazuriz quien formó el partido Unión de Centro-Centro posteriormente llamado Unión de Centro-Centro Progresista. Este partido fue la base para la candidatura presidencial del empresario como también para las candidaturas para diputados y senadores desde afuera de la alianza oficial de la derecha pinochetista integrada por los partidos mayoritarios. Corrió por fuera y solo.

En la elección presidencial de 1989, la primera pos dictadura de Pinochet, Errazuriz obtuvo el 15.05% equivalente a 1 millón de votos. En 1994 Errazuriz llegó al senado y la UCC obtuvo 1 diputado en las elecciones de 1994 y 2 en las elecciones de 1998. Todo esto bajo el imperio de la ley electoral binominal.

Cabe señalar que al igual que el actual Partido de la Gente, la UCC estaba compuesta por sectores nacionalistas, de ultraderecha, sectores neonazis y de ex militares que pertenecieron a los organismos de exterminio de la dictadura. El discurso que hizo popular al empresario fue precisamente su discurso contra los “políticos”, a la forma de hacer política y centrado en “los problemas reales que le interesa a la gente que no son los que plantean los políticos” casi idéntico a lo que plantea Parisi. Ambos también coinciden con su defensa del neoliberalismo /capitalismo, el predominio del mercado y sus leyes de hierro etc.

La segunda vuelta

Ya nominados los dos candidatos que pasan a segunda vuelta (Kast y Boric) ambos sectores ultraderecha y progresismo tendrán que moderar sus programas y discursos con la finalidad de obtener los votos del “centro” y de los indecisos. Eso implica que en el caso de Kast será una reafirmación del neoliberalismo, del modelo actual y en el caso de Boric será nuevamente una mayor renuncia de esa izquierda de cualquier elemento “radical” que pudo haber tenido su programa inicial ya que se producirá el desembarco de las fuerzas neoliberales a secas de la ex concertación.

En su desesperación, el progresismo asumirá como propio el discurso anti delincuencia, de la seguridad pública, de la migración, del combate al narcotráfico en un intento de arrebatarle parte del electorado a la derecha fascista (¿¿??¡¡!!) y aparecer como los guardianes de la legalidad burguesa, de la constitución, del orden público y del Estado de derecho al igual que el discurso fascista.

Será la segunda oportunidad para que los sectores populares nuevamente se decepcionen de ambas propuestas electorales en especial del progresismo que quedará teñido de menos de amarillo sino prácticamente blanqueado.

La lucha de clases.

Si bien las elecciones son una fotografía de la lucha de clases en el plano electoral, partiendo de la base que los partidos representan intereses de clase, estas elecciones se dan en un contexto de crisis del capitalismo.

Los economistas sistémicos anuncian una recesión de la economía, una contracción de la economía y una crisis mayor debido también al fin de los retiros del 10% de las AFPs, y de los aportes del Estado del IFE e IFE laboral como forma para palear la crisis de la pandemia en el plano laboral-salarial. La mayoría quedará abandonada a su suerte con altos niveles de cesantía, con el encarecimiento del costo de la vida, con bajos sueldos y con un incremento de la pobreza. Los millones de despidos en el contexto de la pandemia/cuarentena y todas las leyes promulgadas en ese mismo período que fueron pro empresariales y por ende anti trabajadores, también aprobadas por el progresismo, se mantendrán y actuarán como sustento jurídico para nuevas y futuros abusos laborales partiendo solamente, como ejemplo, de las leyes que rigen el teletrabajo que se debería llamar tele explotación.

En medio del reacomodo de las alianzas políticas y de los elementos programáticos hacia la segunda vuelta, será el empresariado y los poderes económicos los que nuevamente avanzarán en sus demandas e intereses dejando en cada uno de los candidatos los intereses populares en segundo y tercer plano ya que lo que predominará será la “estabilidad democrática y económica”, el desarrollo económico, la recuperación de la productividad, la eliminación de la incertidumbre que afecta al mercado etc y cualquier otro elemento discursivo propio de esos sectores oligárquicos.

La estabilidad democrática y económica, como la eliminación de la incertidumbre se logra también, más allá de quien resulte electo finalmente como presidente de la república, mediante el afianzamiento de la política exterior que se ha desarrollado siempre y hasta ahora. eso implica el fortalecimiento de la firma de los tratados de libre comercio, de los que vengan, una mayor inserción de Chile en la economía mundial y su sumisión al capital transnacional, profundización del extractivismo, de la dependencia económica, del deterioro del medio ambiente y el avance de la desertificación / sequía. Las zonas de sacrificio tendrán larga vida.

Es en este contexto, que el Estado de Excepción en la Araucanía / Wallmapu y su prolongación no sólo es la prolongación de la militarización de las comunidades, sino que es la prolongación de la defensa de los intereses del capital transnacional por parte del Estado de Chile. Los más de 2000 efectivos de la armada que actualmente patrullan las comunidades y carretera es la defensa del modelo económico que en el plano del discurso político visible se justifica con aquello de “recuperar la paz social, el estado de derecho, y el progreso” elementos discursivos asumidos transversalmente por la clase política.

Esto, también, ya se hace notar en los planteamientos injerencistas en procesos de otros países latinoamericanos por parte del Kast y Boric en los asuntos internos de Cuba, Venezuela y Nicaragua obedeciendo los lineamientos del imperialismo en la política latinoamericana.

De los derechos humanos y de la impunidad nadie dijo algo.

Los crímenes contra la humanidad, el terrorismo de Estado, el genocidio y las violaciones a los derechos humanos ocurridos durante el estallido social quedaron en el olvido durante la campaña electoral y con ello también la prisión política. No fue tema, no fue relevante salvo la utilización por parte de los candidatos de la derecha (Kast y Sichel) en relación a la ley de indulto a los presos políticos bajo el discurso de liberar a “terroristas y delincuentes” que “atentaron contra la propiedad privada”.

Esto no podría ser de otra forma ya que fueron fascistas y progresistas los que concurrieron a la firma del Acuerdo Nacional por la Paz aquel 15 de noviembre del 2019, en medio del estallido social, con la finalidad de evitar no tan sólo la caída del gobierno de Piñera sino del conjunto del modelo, régimen y sistema y con ello evitar la caída de la totalidad de la clase política. Dicho acuerdo si bien tuvo esos objetivos uno de los elementos centrales, al igual que ocurrió en la transición pactada a la democracia, fue el asegurar la impunidad total tanto de los jerarcas militares y policiales como políticos antes la masividad de los crímenes cometidos. La impunidad es esencial para la perpetuación del modelo y de la clase dominante. Esto ha sido un elemento que ha estado siempre presente a lo largo de la historia de Chile. La plena justicia se presenta así como un elemento subversivo ante la concentración del poder que se muestra y se sabe frágil ya que es construido precisamente sobre enormes y profundos niveles de injusticia social.

¿Y la Convención Constitucional?

La obtención de casi el 50% tanto en diputados como en senadores por parte de la derecha fascista y el clima de negociación que se instalará con el progresismo dentro del parlamento sea quien sea el presidente electo, actuará como una presión enorme sobre la Convención Constitucional para que esta modere el articulado de la nueva constitución capitalista-burguesa. Si ya la convención se vió frenada por el mismos Frente Amplio al respetar el quorum de los 2/3 y obligar al consenso políticos entre los diferentes lotes, si fue el mismo progresismo el que ayudó al desprestigio de la convención mediante la falsificación de firmas del candidato de la Lista del Pueblo del candidato presidencial Ancalao y del caso de fraude del constituyente, también de la Lista del Pueblo, Rodrigo Rojas Vade, con el resultado electoral del nuevo parlamento el espacio de maniobra de las fuerzas de “izquierda” al interior de la convención se reducen muchísimo más.

Al igual que sucederá con Gabriel Boric en caso de ser electo, la Convención Constitucional defraudará al esperanzas y alza de expectativas de las masas de derrumbar de una vez al neoliberalismo entendiendo por ello los sus 11 Pilares. No tendrán la fuerza, no tendrán la voluntad política, la valentía y ser sentirán, las fuerzas progresistas tanto del parlamento como de la convención, acorralados, por el avance que ellos mismos han permitido, por parte de las fuerzas fascistas.

El progresismo no tendrá la fuerza de convocar al pueblo a la movilización en función de “rodear la convención” y presionar por cambios radicales ni menos apoyarse en los movimientos sociales con la finalidad de cumplir con las demandas nacidas durante el estallido social. Como es de costumbre privilegiarán la negociación con todas las fuerzas representadas al interior del parlamento, del congreso definiéndolas como “fuerzas democráticas” incluyendo en eses saco también a la derecha fascista a la cual hoy, ad portas de la segunda vuelta, llaman a combatir.

El estallido de la lucha de clases

En una campaña electoral-presidencial para que los candidatos puedan entusiasmar al electorado y aumentar el caudal de votos deben prometer todo los que van a cumplir y elevar las expectativas en las masas. Eso es lo que ha ocurrido nuevamente en Chile donde los 7 candidatos presidenciales incluyendo también al candidato del reformismo de izquierda, Eduardo Artés y Unión Patriótica que obtuvo un 1.5%.

En el caso de Kast su promesa de recuperar la “normalidad” y la “paz social”, “orden y progreso” se derrumbará por los altos niveles de rechazo que concita en vastos sectores sociales. Su radicalidad conservadora, su fascismo y su compromiso profundo con el neoliberalismo es convocante para la lucha callejera por si solo. Este será un elemento esencial en la agudización de la lucha política-social en el caso que este gane en la segunda vuelta.

En el caso de triunfo de Boric, su promesa de una nuevo Chile que deje atrás el neoliberalismo y que avance hacia un Estado Social de Derecho (o de bienestar) será torpedeado por la nueva composición de la cámara de diputados y del senado como también por el desembarco de las fuerzas neoliberales provenientes de la Concertación con la idea de generar esa unidad amplia del progresismo.

En el caso de ser presidente Boric no podrá poner el pie en el acelerador para derrumbar los 11 pilares del neoliberalismo, de reducir en forma considerable la concentración y distribución de la riqueza y/o de realizar las reformas necesarias que implique un mejoramiento sustancial en la calidad de vida de los pueblos y de los trabajadores. También la lucha político-social tendrá un aumento considerable al igual que con Kast. Cual más, cual menos se apronta un nuevo estallido social y una agudización de la lucha de clases.

Para lograr la estabilidad democrática, la normalidad y paz social que tanto desea la clase política, el partido del orden tiene un problema mayúsculo que no saben y no pueden resolver.

Por más promesas que hagan y por más campañas publicitarias electorales, por atrayentes e ingeniosas que sean, la realidad es otra. En la primera vuelta votaron sólo el 47% lo cual significa que el 53%, la mayoría, no concurrió a votar y no se siente representando por ninguna de los ofertones.

Este es un caldo de cultivo de descontento social hacia la clase política y hacia la misma condición de vida de las mayorías. Es una mezcla entre el apoliticismo, la apatía, la rebeldía, la organización territorial autónoma, la gestación de una izquierda social autónoma de base que se construye desde fuera de los partidos y en contraposición a todos ellos.

La alta abstención electoral, el alto desprestigio de la clase política, la inoperancia de los gobiernos burgueses de turno en relación a los intereses populares, los crecientes casos de abuso de poder y de corrupción, la represión brutal de los agentes del Estado, en cada vez mayor enriquecimiento de los poderes económicos, la farandulización de la política, y las condiciones más dramáticas de los hogares proletarios junto a la defraudación de las demandas más sentidas hacen prever que un nuevo estallido de mayores proporciones se encuba y que estallará nuevamente con igual indignación.  

El gran ausente

Si este análisis fuese correcto o diera un cuadro adecuado de la lucha de clases en Chile, para cualquiera que lo lee le debería quedar claro que las condiciones objetivas y subjetivas están dadas para que la izquierda revolucionaria, en todas sus expresiones orgánicas, pueda avanzar en la construcción de una estrategia revolucionaria, en una táctica de iguales características, en la elaboración de su programa y que es lo más importante en la convergencia entre todas esas expresiones para avanzar en la conformación de una dirección colegiada revolucionaria que sea capaz de conducir al pueblo, o más bien ser parte fundamental del pueblo,  y al nuevo estallido social que se avecina. Pero hasta ahora eso no se ha dado manteniendo la dispersión de las organizaciones revolucionarias, su continuo fraccionamiento y un largo etcétera.

El fortalecimiento del fascismo, la conformación de una socialdemocracia de reemplazo representado en el Frente Amplio / Apruebo Dignidad y la cada vez mayor sociedad represiva y violenta es también responsabilidad directa de la izquierda revolucionaria que, en muchos casos, se ha anclado en un discurso autorreferencial, con prácticas sectarias y mesiánicas, carente de una lectura adecuada de la realidad, entendiendo por ello el desarrollo del capitalismo y el carácter del Estado, lo cual da como resultado en un vacío estratégico que lo obliga, también en muchos casos, de ser incapaces de cortar con la influencia proveniente del reformismo y la generación de pensamiento propio y autónomo. A esto también se agrega una deficiente relación, por lo general utilitaria y autoritaria, con el pueblo y con las mismas organizaciones sociales de base, comunitaria, concibiéndolas, en muchos casos, como correas de transmisión de sus políticas.

Esto ha llevado que el carácter “autoconvocado” y autónomo de muchas luchas, y en particular del estallido esté también ajena a esta izquierda revolucionaria que no logra empalmar ni avanzar desde, con y para el pueblo. Aun así, las condiciones están dadas y el protagonismo popular se dará una y mil veces con o sin la participación de las organizaciones políticas más claras.

Muchos que hasta hace poco se declaraban anti reformistas, por tanto, revolucionarios, cayeron ante los cantos de sirena del electoralismo levantando candidatos, entrando en el juego y haciendo el ridículo. Mientras otros abrazaron con toda su fuerza el reformismo de izquierda que pretende alcanzar el socialismo desde la lucha electoral-legal en una reedición de la vía pacífica al socialismo de la Unidad Popular esta vez en la versión de Unión Patriótica. Todo esto en nada ayuda al esclarecimiento ni orientación del pueblo en lucha sino a su confusión y ante esta confusión es el mismo pueblo el que se hace presa fácil de las posiciones reaccionarias, fascistas, reformistas y socialdemócratas.

Desde esta perspectiva no cabe hacer una crítica hacia el pueblo por los vaivenes electorales, por los cambios de posición que la masa electoral pueda tener ante cada evento electoral, ahí no está el problema. Ese comportamiento ocilante de las masas se debe al deficiente trabajo político-ideológico-organizativo de los más claros, de los “visionarios” que no han podido avanzar efectivamente desde el interior del pueblo.

Para seguir leyendo

Los 11 Pilares del Neoliberalismo en Chile

https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2013/09/12/los-11-pilares-que-sostienen-el-actual-modelo-economico-y-son-herencia-de-la-dictadura/

 

 

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