CHILE. GABRIEL SALAZAR ESTAMOS EN UN “PROCESO HISTÓRICO PROFUNDO DE MEDIANA Y LARGA DURACIÓN”

CHILE. GABRIEL SALAZAR ESTAMOS EN UN “PROCESO HISTÓRICO PROFUNDO DE MEDIANA Y LARGA DURACIÓN”
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El historiador y Premio Nacional de Historia, 2006, Gabriel Salazar bien se puede considerar uno de los intelectuales de mayor relevancia en la historia de Chile precisamente por dar forma a la "historia social", a la historia "desde abajo y desde dentro" aun cuando existen muchos otros historiadores también de suma importancia. 

El gran aporte de Salazar, aparte de su enorme contribución investigativa-propositiva, es rescatar la interpretación histórica para los pueblos y para la clase desde su propios aprendizajes y construcción y también para la ciudadanía. Pero, en su rol de historiador-intelectual ha rescatado la historia para los desposeídos, ha hecho que este segmento del conocimiento no sólo se encuentre en la estantería, en la academia sino que adquiere una función central al momento de construir movimientos sociales, de reconstruir el movimiento popular, pensar estrategias y tácticas revolucionarias y construir el tan esquivo partido/movimiento revolucionario de nuevo tipo. 

Pareciera que desde la obra de Salazar nace aquel matrimonio, o más ese trío, que jamás se debieron haber divorciado, cual es, la ideología revolucionaria, la interpretación revolucionaria de la historia y la elaboración de un proyecto revolucionario con características propias en el entendido también que dicho proyecto se encuentra en el desarrollo macro del imperialismo y de su capitalismo.

¿Cómo se puede hacer la revolución si no somos capaces de subvertir y revolucionar la historia y sus corrientes históricas populares que se encuentra en el subsuelo dormidas? Pareciera una labor imposible. 

¿Cómo es posible construir ese proyecto revolucionario si no conocemos nuestra propia historia, sino la revivimos y nos la apropiamos, si no le damos vidas a las luchas centenarias y si no la intepretamos revolucionariamente desde los pueblos, desde los de abajo, desde los que nada tienen salvo sus cadenas? También parece como una tarea imposible. 

¿Cómo es posible abrir ese camino deseado por los pueblos y por la clase si no somos capaces de usar la ideología revolucionaria como herramienta no sólo para interpretar las leyes de la economía capitalista, de sus vaivenes y crisis cíclicas y no hemos pensado en usar esa metodología para interpretar la historia y unir a ambas, es decir, ideología revolucionaria + historia de los pueblos? Pareciera también imposible.

Así, escuchar y leer a Salazar pareciera ser no una cuestión menor más aun cuando de lo que nos habla Salazar es sobre un período político-histórico crucial en nuestra historia donde ha sido el pueblo, lo que él interpreta como ciudadano, el que se ha puesto en el centro de este convulsionado período. Comprender las fuerzas motrices, de como se construye o aparece la memoria histórica y como el pueblo o la ciudadanía va adquiriendo cada vez más conciencia que sólo puede confiar en sí mismo, en sí misma y no en la clase política civil que es una expresión más de la clase dominante.

En tal sentido, reproducimos la entrevista a Gabriel Salazar realizada por Lenka Carvallo y aparecida en Emol (El Mercurio On Line) el 26 de septiembre, 2022, es decir 12 días después del plebiscito constitucional donde triunfara la Opción Rechazo con un 61% echando por tierra la aprobación de la constitución culturalista del progresismo. 

Aquí la entrevista completa.

El premio nacional de Historia advierte que “si (los políticos) van a organizarse con un comité de expertos, el pueblo nuevamente reaccionará desde la calle. Eso ya lo estamos viendo con los estudiantes”.

En su propia fortaleza, construida por centenares de libros, el académico y premio nacional de Historia, Gabriel Salazar, analiza —a veces con pasión, otras con dureza— las razones que llevaron a la estrepitosa caída de la propuesta constitucional el pasado 4 de septiembre.

Pero nada más empezar, aclara que el texto rechazado “nunca fue un proyecto de izquierda”. Y explica: “Éste nunca planteó temas como la estatización del cobre o el litio; tampoco nacionalizar las AFP y las isapres o cambiar el sistema laboral, que es peor que el que existía en el Siglo XX, por el trabajo precario. Menos aún planteó una asamblea popular. Nada”.

—Sin embargo, para muchos en las izquierdas representó un texto modernizador.

—Porque planteó una cantidad de derechos, pero fueron puros enunciados nomás. Los principales tenían que ver con el movimiento feminista, con el aborto, el agua, los DD.HH. ¿Eso quién lo discute hoy?

—Para algunos analistas el 4-S representa la mayor derrota de la izquierda desde 1990, ¿lo ve así?

—Puede ser, aunque tampoco es una victoria de la derecha.

—¿Cómo que no?

—No pues. Si leemos las cifras, ciertamente las mayores victorias del Rechazo están en las comunas populares que tradicionalmente han votado por la izquierda. ¿Qué pasó con el pueblo? No es que súbitamente las clases populares decidieran irse a la derecha y al conservadurismo. Aquí lo que hubo fue un desencuentro entre el pueblo y la izquierda, más precisamente, entre el pueblo y la clase política. De hecho, de los cinco millones extra que fueron a las urnas, el grueso era del pueblo.

—¿Entonces por qué votaron como votaron?

—En primer lugar, todas las agencias encuestadoras, incluido el CEP, ya desde el primer año de gobierno de la Concertación vienen registrando que la ciudadanía rechaza a la clase política en su conjunto; en 1991, el índice era de 51%; en 2007, el 60%; y en la CEP de julio, el 96% rechaza a los políticos y al sistema que ofrecen y administran. Se trata de una constante, algo que los historiadores llamaríamos un “proceso histórico profundo, de mediana y larga duración”. De aquí viene el origen del Rechazo; es un voto contra la misma clase política que organizó la Convención Constitucional el 15 de noviembre de 2019; cuando a la medianoche, a oscuras, todos transpirados y nerviosos, los congresistas firmaron el llamado Acuerdo por la Paz, que de paz no tiene nada. Ahí, junto a todos los políticos, vimos a Gabriel Boric como uno de los agentes más activos.

—No obstante, todo esto sucedía mientras en las calles se vivía un clima de caos.

—Era la ciudadanía manifestándose. Y la clase política organizó eso para salvarse. En Chile llevamos 200 años de vida independiente y todavía no hemos redactado una Constitución que deje contentos a todos los chilenos o, mejor dicho, que los integre en un mismo proceso de desarrollo. Hasta hoy los políticos no saben para dónde ir. Como en el Génesis, todavía estamos en el tercer día de la creación.

—¿En qué topamos diría usted?

—Es una respuesta que hace mucho tiempo estoy averiguando.

Y expone: “Cada vez que se ha planteado (redactar una nueva Carta Magna) jamás se ha llamado a la ciudadanía a participar decidida y soberanamente. Las constituciones de 1833, 1925 y 1980, todas fueron redactadas por una minoría. Y ahora, cuando pudo producirse una asamblea constituyente (AC), soberana, controlada por la ciudadanía, los políticos corrieron para rayarle la cancha e imponer la Convención Constitucional.

—De haber tenido una AC, ¿el resultado habría sido mejor en el plebiscito?

—No sé si mejor, pero habría sido un texto legítimo. El pueblo no habría podido votar contra sí mismo. Hay que pensar que esta Convención no tuvo ninguna representación de la clase trabajadora, tampoco de las organizaciones vecinales, que es donde están los pobladores.

—Se apunta a las políticas identitarias y la atomización de las causas, como parte de las razones que pavimentaron el camino al fracaso.

—Fueron puras voluntades individuales nomás, cuando lo que se requiere es de una voluntad colectiva y para eso necesitas que la gente dialogue, que deliberen y eso se logra en una AC. Ahora el pueblo concurrió sabiendo que no los van a incorporar nunca, por eso votaron al lote.

—¿Piensa que el 61% votó al lote?

—Un poco...Votó gente que no estaba ni ahí con la política.

—Pero podrían haber anulado, en cambio, las cifras de nulos y abstención fueron muy bajas.

—Acá lo que se produjo fue una ignorancia relativa, producto del desinterés político y de la desinformación. Y cuando más encima viene un señor y me dice: “si se aprueba el proyecto constitucional le van a quitar su casa o no va a heredar los fondos de pensiones”, porque eso circuló por todas partes, a quienes no les interesaba el proceso y que tampoco se informaron detalladamente sobre lo que se estaba discutiendo, votaron por el Rechazo. Eso fue lo que pasó.

“La soberanía es de la ciudadanía, no de los politiquitos”

“Muchos recuerdan positivamente el proceso constituyente de Michelle Bachelet porque los cabildos se multiplicaron por todas partes y la gente participó con mucho entusiasmo, aunque todavía no hemos podido conocer esos registros. Pero con todo el respeto que merece la Presidenta Bachelet, ella lo hizo como un juego de kindergarten. De haberlo tomado en serio, lo habría concluido en su gobierno y no dejado como herencia al Presidente Piñera, quien no estaba ni ahí. Eso le indicó a la clase popular que los políticos jamás les van a jugar limpio”.

Salazar hace una pausa y como dirigiéndose al Presidente Gabriel Boric, apunta: “Ahora fue el mismo Presidente de la República el que planteó que debe ser el Congreso Nacional el que juegue un rol protagónico, es decir, no es otra cosa que un llamado para que la clase política se aproveche de esta derrota y retome el control. Creen que están solitos en la cancha para meter todos lo goles que quieran, pero se equivocaron: el mismo día (de la derrota) los estudiantes secundarios, que son los que iniciaron este proceso, se fueron a la calle diciendo: ‘Queremos una AC legítima, popular, soberana, etc.'. En mi mail recibo correos de las distintas asambleas y cabildos a lo largo del país, para quienes este resultado fue muy fuerte. Pero siguen vivos y su consigna es ‘no queremos que nos sometan a la misma cocina'. Y en este momento el mismo Presidente de la República es el gran cocinero. Esa es la verdad histórica.

—Todas estas manifestaciones violentas, la quema de buses, ¿van a continuar? Imposible no pensar en los hechos que precedieron el estallido social de 2019.

—Empezó de nuevo. Un pueblo que lleva 200 años sin mecanismos de participación en el sistema de decisiones políticas, que no aprendió la cultura de pueblo soberano sino que se ha formado en la cultura de la calle, cuya maestría demostró con 80 estaciones de metro destruidas. Cuando además hay un cierto tipo de delincuencia que ha superado todos los estándares... Entonces si (los políticos) van a organizarse con un comité de expertos y además le imponen bordes a la Constitución, que es la idea que va a dominar, el pueblo de nuevo reaccionará desde la calle. Eso ya lo estamos viendo con los estudiantes.

—En ese sentido, ¿cómo evalúa el papel que ha jugado Boric? De sus palabras infiero que no muy bien.

—¿Qué puedo decir del Presidente Boric? Bueno, que comenzó siendo un pingüino, un soberanista, pero ahora está liderando la clase política desde el momento en que llama al Congreso Nacional a ser el actor protagónico del nuevo proceso que se abre. Qué quiere que le diga. La soberanía es de la ciudadanía, no de los politiquitos.

—¿Veía venir este cambio en Boric?

—Quien entra en la carrera política finalmente termina solidarizándose con el resto de la clase política. Nuestra historia lo demuestra de manera lastimosa: los grupos juveniles se rebelan contra el sistema; se hacen famosos; se presentan como candidatos; salen electos y se hermanan con el resto de la clase política. En sus tiempos esto lo simbolizó muy bien el Club de la Unión. Hoy no tienen club pero se unen igual. Son un gremio.

—¿El desembarco del Socialismo Democrático en el gabinete sería parte de lo mismo?

—Es evidente. Otra vez el Club de la Unión. Y como los estudiantes tienen las antenas sensibles para estas cosas, ya salieron a la calle denunciando esta nueva cocina.

—Pero de ahí a ver a Gabriel Boric como el cocinero mayor...

—Siempre ha sido así y él va camino a reproducir una tendencia histórica.

—Ricardo Lagos se ha ofrecido a liderar el comité de expertos, algo que a usted no le cayó nada bien, según le ví en una entrevista.

—Lagos se hizo famoso cuando escribió un libro sobre la concentración del poder económico, que fue una denuncia y una crítica a los grandes grupos económicos en Chile. Luego, cuando fue elegido Presidente, todos pensamos, incluso yo, que un intelectual como él, que tuvo la sensibilidad de descubrir el poder de los grupos económicos, iba a tener un gobierno (deja la idea en el aire)… Pero ya sabemos lo que pasó: con él fueron refrendadas las leyes de privatizaciones y se trató de reescribir la Constitución pero, perdón por la vulgaridad, le sacó el olor a cuartel nomás y quedó lo esencial del modelo neoliberal. Y ahora que Lagos está viejito, pasó a ser un patriarca. Y ya sabemos que todos los políticos que llegan a sentirse decanos tienen un modelo: Arturo Alessandri Palma. Por eso le levantaron una estatua en la Plaza de la Ciudadanía, riéndose de la ciudadanía.

“Hoy el expresidente Lagos habla de un ‘comité de expertos', porque eso es lo que se usa. Por eso los políticos están tan contentos con este nuevo procesito, porque saben que seguirán controlando todo. Pero será mucho más complejo de lo que imaginan y les saldrá más gente al camino de la que ellos esperan”.

Para escuchar

Canción final, Cantata de Santa María de Iquique, Luis Advis + Quilapayún

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