CHILE: HOMENAJE A CLAUDIO PAREDES, ¡PRESENTE!
(ES DE LOS MUERTOS QUE NUNCA MUERE)
Han pasado más de 30 años desde el asesinato de Claudio, El Diablo, y esta es la primera vez que escribo sobre él. La verdad es que muchas veces lo intenté, pero las emociones, al igual que ahora, me traicionaron, no pude por los múltiples recuerdos que se vienen galopando desde el pasado…por más que uno sepa algo de política, de la lucha de clases y de lo cruel que es el enemigo de clases las emociones se imponen y piden ser reconocidas y se toman el lugar que les corresponde. Las lágrimas que brotan como mares, después de décadas, son sólo la expresión de echar de menos al compañero, al amigo y que caen envueltas de la rabia que sólo sirve para continuar la lucha, honrando su memoria, y no ceder ante estos sucios capitalistas.
Corrían los 80s en Chile y la dictadura militar-burguesa le había declarado la guerra a todo el pueblo una y mil veces. La juventud popular fue el semillero de combatientes y dirigentes que fueron fundamentales en la reconstrucción de los partidos de izquierda cuyos cuadros habían sido ejecutados, desaparecidos, torturados y exiliados. Los hijos de estos cuadros, ya adolescentes, fueron los que tomaron las banderas gravemente heridas para continuar con lo inconcluso esta vez con el terrorismo de estado al frente.
La juventud popular comprendió que la lucha armada era necesaria para conquistar la libertad usurpada. Desde el movimiento de masas, se reconstruyeron las juventudes políticas de izquierda, el movimiento poblacional y sindical, el de las mujeres, pero esencialmente el movimiento estudiantil donde los estudiantes secundarios fueron esenciales.
Fue en 1983, diciembre 14, cuando el alma le volvió al cuerpo del pueblo. Un apagón nacional era la carta de presentación del nuevo destacamento armado: Frente Patriótico Manuel Rodríguez, FPMR, que desde sus inicios tuvo su origen en el Partido Comunista, aunque este siempre lo haya negado incluso bastante entrado en la transición a la democracia.
Junto con los hermanos del MIR y de algunos sectores socialistas, del MJ Lautaro,las milicias populares, las unidades de combate y los comités de autodefensa de masas fueron creciendo y proliferando en la misma medida que el movimiento de masas se iba convirtiendo en movimiento popular. El miedo ya se estaba perdiendo.
El Liceo de Aplicación, liceo céntrico de Santiago, fue definido como un “foco estudiantil”. Mismo liceo que vio crecer a Mauricio Maigret, Rafael Vergara, Eduardo Vergara todos militantes adolescentes del MIR y asesinados por las fuerzas represivas. Fue también el liceo Mauricio Gomez Lira, combatiente del FPMR y prisionero político asesinado en su intento de fuga en plena “democracia”. Mismo liceo de Claudio.
Este liceo fue el semillero de un caudal de luchadores, y combatientes dictatoriales. El Movimiento Aplicacionista por la Democracia, MAD, era el espacio de toda la juventud opositora. Solamente la juventud comunista, de la cual era parte Claudio y quien escribe esta nota, tenía el año 86 60 militantes.
Corría el año 86 y el Partido Comunista lo había definido como el año decisivo que significaba dar el todo por el derrocamiento de la dictadura donde el accionar miliciano, popular y de masas iba ser lo central, Se había convocado a un Paro Nacional para el 2 y 3 de julio, 1986, donde debía tener un carácter indefinido. La sublevación nacional (o popular desde el FPMR) era lo que debería pasar.
Días antes del 2 de julio, como en muchas partes, en las afueras del Liceo de Aplicación se produjeron numerosas despedidas entre todos los estudiantes que conformábamos el MAD. Todos pensábamos que era el comienzo de una lucha aguda sin retorno y por lo tanto nadie sabía que ocurriría con cada uno de nosotros en ese tránsito. Pero el compromiso estaba y la decisión tomada. Me despedí también de Claudio, del Diablo. Una abrazo fuerte y un cuídate compañero.
Para sorpresa y decepción de todos, el 4 de julio estábamos nuevamente en clases. La dirección del Partido Comunista había reculado, no impulsó con fuerza la sublevación y los recursos o medios (las armas) que poseía no fueron entregadas. Las contradicciones se hicieron sentir a fondo. El comandante José Miguel / Rodrigo, Raúl Pellegrín, principal dirigente del FPMR se vuelca en una áspera discusión y acusaciones con el PC que terminan con la separación del FPMR del PC. Como era esperable el PC acusó a José Miguel de “estar loco”, de estar recluido en un psiquiátrico”, de ser un “infiltrado” esas eran las acusaciones contra uno de los más destacados combatientes y dirigentes que haya tenido el Pc en mucho tiempo. Esa era la versión que bajaba a las bases en ese 87.
Sin saber de la existencia de corrientes al interior del PC, siempre me identifique con las posiciones de izquierda y con los planteamiento del FPMR ahora denominado “Autónomo” lo cual hizo que me retirara de las juventudes comunistas al término del 1986 y ya egresado de enseñanza media.
Habrá sido una semana o unos días antes del 31 de enero, que caminando por la Plaza de Armas de Santiago, me encontré con Claudio. Como de costumbre iba sonriendo, con una blancura impecable, alegre, orgulloso con su licencia de enseñanza media. Feliz de haber terminado. Él era menor que yo que había egresado a fines del 86.
Conversamos de todo aun lado de la Catedral de Santiago, al lado de la Vicaría de la Solidaridad, hasta que llegamos a lo que nos importaba, la lucha y donde se encontraba cada uno militando. El quiebre entre el PC y FPMR ya se había producido. El FPMR había asumido la Guerra Patriótica Nacional y un sector importante de las juventudes comunistas se había volcado a sus filas.
En uno de esos silencios, Claudio me propone ingresar a las filas del FPMR con José Miguel. Recuerdo que mi respuesta fue evasiva, y confusa. No podía ser de otra forma porque la dictadura seguía su camino. Él sonrió y no me creyó. Nos dimos un abrazo mucho más fuerte porque sin haber respondido en forma afirmativa, ambos sabíamos que ya éramos hermanos.
Días después, caminando por Santiago con mi padre, veo en el diario La Segunda la foto de Claudio, había sido asesinato en su departamento de Villa Portales en su departamento. Los asesinos de la Central Nacional de Investigaciones entraron a su departamento, el día de su cumpleaños, lo amarraron a una silla y le colocaron una bomba. Fue destruido. Mi padre, que había sido también prisionero político y torturado al inicio de la dictadura, no me podía contener, hasta hoy las lágrimas me desbordan. A más de 30 años de ese asesinato.
La transición a la “democracia” se construyó sobre la traición a estos mártires y héroes, de esta sangre derramada, sobre una juventud combatiente que dio todo de sí. Muchos de los militantes de esa época prefirieron correr a los brazos de Ricardo Lagos en su primera candidatura, ingresar al Partido Socialista, a la Concertación, a las organizaciones pro perestroika que después entraron a la socialdemocracia o simplemente, otros, se dedicaron a la delación.
Claudio era todo lo contrario a ellos. Era de otra madera, arcilla o pasta. Era lo que ha sido siempre: un combatiente.
Veo Claudio, como a muchos otros jóvenes de esa época, en la Primera Línea, en la lucha callejera de hoy que es tan antigua como la lucha de clases, como la oligarquía y como los revolucionarios que se oponen.
Sé que estaríamos conversando con el Diablo de cómo avanzar, como sacarnos de encima a tanto viejo vinagre y reformista. Hablaríamos sobre las posiciones reaccionarias de Guillermo Tellier después de haber sido encargado militar del PC en tiempos de la dictadura. Pero por sobre todo su sonrisa contagiaría de alegría y pasión a una lucha que de seguro será mucho más larga de la que deseamos y con muchos más sacrificios que la que esperamos.
Si los hermanos argentinos tuvieron también a sus héroes en los estudiantes secundarios, en la Juventud Guevarista, en la Noche de los lápices, acá, al otro lado de la Cordillera de los Andes algo similar también ocurrió.
Mi hermano Claudio. Aun lo recuerdo con el mismo afecto y admiración. No puede decir que él sabe de mi permanente recuerdo hacia él porque Dios no existe y la vida en el cielo o paraíso son sólo metáforas.
¿Qué hacer con estos recuerdos, con esta pena, y con estas lágrimas desde la distancia?
Solamente continuar la lucha, transformarla en revolución y darle con todo, y por igual, a capitalistas y reformistas, a oligarcas y socialdemócratas, a traidores y vendidos y solamente libertad al pueblo.